"Papá" Sainz, el Gran Inductor

AutorEmiliano Pérez Cruz

Compadre Lobo se llamó Gustavo, de apellido Sainz y nacido en la Ciudad de México el 13 de julio de hace 75 años. A mediados de los años 70 impartía clases en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y allí lo elegí como maestro de Entrevista y de Reportaje, y de Periodismo y Literatura.

Yo venía del CCH "Azcapolanco", y entre mis escasas lecturas estaban su Gazapo, La Tumba y Se está haciendo tarde (final en laguna) de José Agustín, y Pasto verde y El rey criollo, de Parménides García Saldaña. Los tres me habían roto el esquema por la manera en que abordaban la temática juvenil y los elementos de que se valían para hacerlo. Pero sobretodo, por el lenguaje.

Poco a poco los salones se llenaban y el de Gustavo Sainz en especial. Relajado, accesible, de buen humor, llegaba cargado de libros. De la vista nace el amor y después de cada clase uno quería tener un ejemplar de las Entrevista con la historia de Oriana Fallacci, Política y delito de Hans Magnus Enzensberger, A sangre fría de Truman Capote; México insurgente de John Reed; Las botas de Kapuscinski, Relato de un náufrago de García Márquez, Los ejércitos de la Noche de Mailer, Tom Wolfe y el Coqueto y aerodinámico rockanroll color caramelo de ron, y André Gide y el Extraño caso del niño asesino. Y tantos y tantos autores y títulos...

Libros, libros platicados, vistos, tocados, ansiados... Libros que arribaban al salón de clase como invitados especiales, tangibles, dialogantes... Y Gustavo relacionaba como no queriendo, como debe ser, el periodismo con la literatura, los cuentos y el ensayo con la entrevista, la crónica, el reportaje; platicaba de cine, de cuento, de poesía y novela (La muerte de Arte-mio Cruz, La región más transparente, Cien años de soledad, Manhattan transfer, Faulk-ner, Dos Pasos, Hemingway, y hacía hincapié en las estructuras, los andamios, la obra negra, la arquitectura y el diseño de interiores, digamos.

Comencé a leer de otra manera, más gozosa; la historia, sí, lo que se contaba, pero también cómo se contaba, las mañas y requiebros del autor para atrapar a los lectores en la telaraña de las palabras. Pero también comentaba las relaciones entre la literatura y la psicología, la ciencia política, la sociología y la antropología. Y con otras lecturas fui haciendo mi particular mazacote para explicarme lo que me rodeaba.

No había desperdicio en cada clase de Sainz. Y además te decía de la música y de sus alrededores, de la Maga de Cortázar y el ícaro de...

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