La pandemia y la trama indígena (Primera de dos partes)

AutorJorge Sánchez Cordero

Escrito en papel europeo en forma de cuadernos, el libro fue reescrito en enero de 1782 por Juan José Hoil, quien lo entregó a Justo Balam, un taumaturgo que, en funciones de sacerdote, tenía reputación de profeta. Chilam es pues el que profetiza, y Balam el nombre de familia.

La descripción es una de muchas evidencias históricas que acreditan que las comunidades precolombinas no llegaron a padecer epidemias. En el Códice Chimalpopoca existen empero referencias de que la peste pudo haber cundido en la época, o de que la caída de Tula se debió, entre otras causas, a la pestilencia.

Este elemento de convicción se vigoriza al constatar que no hay registro de que los europeos hubieran enfermado al entrar en contacto con el ecosistema prehispánico. Por lo contrario, como se ha acreditado una y otra vez en numerosos análisis históricos, las pandemias que trajeron los conquistadores -sarampión, viruela y fiebre amarilla, entre otras, y la consecuente neumonía y pleuresía- arrasaron con la población indígena.

La tuberculosis y la malaria, e incluso la sífilis -conocida como "el mal francés"-, impactaron asimismo en los naturales y en las estructuras del virreinato. Entre los estudiosos del tema ha prevalecido el asombro por el hecho de que los pueblos originarios no se hubieran extinguido ante esas calamidades.

Las enfermedades existentes en la época precolombina eran más epidémicas que endémicas. De igual manera, eran indicativas del precario balance de los ecosistemas donde se gestaban: el compuesto por la estabilidad ecológica entre el ser humano y el parásito. El aislamiento de las culturas prehispá-nicas, que ha sido motivo de fascinación en diversos sentidos, les impidió en contraposición desarrollar los anticuerpos necesarios para enfrentar las epidemias.

Los grupos originarios se insertaron en un contexto de mayor vulnerabilidad biológica cuando entraron en contacto con occidente. La importación de plantas y animales alteró los equilibrios y provocó una correlativa inestabilidad ecológica.

En el caso de los animales, no había poblaciones lo suficientemente numerosas para convertirse en vías de transmisión de enfermedades a los humanos, como sí ocurrió en el caso de las llamas y las alpacas en los Andes (William H. McNeill).

La mayor parte de las calamidades precolombinas de las que se tiene registro consistieron en sequías y pérdida de cosechas. Si ha de darse crédito a Juan de Cárdenas (1563-1609), residente de la Nueva España, la productividad agrícola de los indígenas era superior a la europea. Este médico sevillano consignó los riesgos de la pelagra para los europeos; el padecimiento consiste en una deficiencia vitamínica debida a la ingestión de maíz sin nixtamalizar; mediante la nixtamalización los indígenas podían absorber la vitamina B3 (niacina) al consumir maíz.

La crisis demográfica

El impacto de las pandemias en las comunidades indígenas ocasionó una disrupción política en el proceso de relevo de la potestad, como ocurrió en el caso de los aztecas; en sociedades autocráticas como las prehispánicas, lo anterior representaba...

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