El operador vaticano en México

AutorRodrigo Vera

Para Velázquez, la beatificación de Karol Wojtyla, aunque tenga un carácter religioso, “ayudará a consolidar su figura de gran estadista, así como el papel que jugó México en su estrategia geopolítica y religiosa”.

–¿Qué tan importante fue México para él?

–México fue una de sus grandes plataformas, tanto en su carácter de jefe de Estado como en su carácter de líder religioso. Por algo visitó el país cinco veces.

“Desde enero de 1979, cuando realizó su primera visita –durante el régimen de José López Portillo– Juan Pablo II se dio cuenta de la importancia que, por su catolicismo y su situación geográfica, tenía México para América Latina, región con el mayor número de católicos del mundo.

“En México empezó a divulgar los grandes ejes de lo que fue su política en materia de libertad religiosa, de derechos humanos, de defensa de la vida o de democratización de las instituciones públicas, que luego ayudaría a concretar en Europa del Este.

“Por otro lado, para la población católica mexicana representó un gran estímulo la estrecha cercanía que tuvo Juan Pablo II con México, tomando en cuenta que desde 1859 no había relaciones diplomáticas con la Santa Sede. Hasta la fecha, Wojtyla ha sido el único pontífice que ha visitado el país y además en cinco ocasiones: en 1979, 1990, 1993, 1999 y 2001.”

–¿Cómo operó Wojtyla en México para lograr los cambios políticos y jurídicos que quería?

–Antes que nada, tuvo la fortuna de tener a un operador político muy astuto y capaz, me refiero a Jerónimo Prigione, su nuncio apostólico en México y una de las figuras más importantes de la diplomacia vaticana. Prigione fue el personaje clave en todos estos cambios que aún repercuten en la vida nacional.

“Juan Pablo II, obviamente, siempre estuvo detrás de las estrategias de Prigione, quien en una primera etapa de su quehacer diplomático se dedicó a tender puentes informales entre el gobierno mexicano y la Santa Sede. Y después, entre el gobierno y la jerarquía católica nacional.

“Al llegar Carlos Salinas de Gortari a la Presidencia, en 1988, prometió modernizar las relaciones del Estado con las Iglesias. Prigione supo aprovechar muy bien esa coyuntura e implementó una segunda etapa en su estrategia; inició un intenso cabildeo con la clase política, sobre todo con los principales líderes del Congreso, con miras a modificar la Constitución.

“En ese tiempo, Diego Fernández de Cevallos era el líder de la bancada del PAN en la Cámara de Diputados, y Fernando Ortiz Arana de...

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