La odisea del atún mexicano

AutorVíctor Emilio Corzo Aceves y Ernesto Eduardo Corzo Aceves

Antecedentes

La liberalización de los mercados ha facilitado la introducción de productos extranjeros en los mercados mundiales. En específico, desde que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio y la Ronda de Uruguay que establece la OMC, la interrelación comercial entre Estados Unidos y México nunca fue tan estrecha. Sin embargo, quedan algunos resquicios en los cuales los productos mexicanos o norteamericanos no han encontrado entrada; uno de éstos es la industria del atún de aleta amarilla. Desde hace ya algunas décadas las empresas atuneras en México han emprendido una batalla titánica para vender sus productos en los mercados mundiales, con factores en contra como el cambio climático, la competencia internacional y el llamado “boicot” estadounidense. De ahí que la queja del gobierno mexicano cobre sustancial importancia para la industria pesquera en el país.

La disputa se inició en los años setenta cuando México, entre otros países, empezó por adoptar la extensión de su “zona pesquera exclusiva”, que tradicionalmente tenía un rango de 50 millas por una de 200 millas. A pesar de que esta regla no se cristalizara como costumbre internacional hasta casi dos décadas después, Estados Unidos respondió con un embargo atunero a México de 1980 a 1986. La razón estaba en que las embarcaciones atuneras estadounidenses se quedaban sin posibilidad de explotar el atún, ya que los bancos de peces tienden a localizarse a más de 100 millas de la costa en las aguas orientales de la zona del Océano Pacífico, área que se extiende desde San Diego hasta al sur de Chile. El segundo embargo atunero a México empezó en 1989, cuando las cortes norteamericanas obligaron al gobierno federal a acatar la Ley de Protección a Mamíferos Marinos (Marine Mammal Protection Act) de 1972, que tenía el objetivo de proteger especies marinas como los delfines. El llamado “pretexto ecologista” yace en el nuevo fundamento jurídico para detener la venta de atún mexicano en el mercado norteamericano. Es decir, la mayoría de las veces los bancos de atún aleta amarilla se desplazan por debajo de los grupos de delfines que nadan en la superficie. Esto facilita su localización y cuando las embarcaciones atuneras pescan con “redes de cerco” los delfines quedan atrapados en ellas. Si los delfines atrapados en las redes no son liberados, muchos llegan a morir.

La primera acción legal internacional del gobierno mexicano fue la demanda que interpuso a principios de los años noventa...

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