Obituario: Juan Díaz Romero

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El Mundo del Abogado / Diciembre 2014
Y, aquí, las aguas se enturbian. Si bien
el Consejo acaba de renovarse, hasta
hace seis meses las tensiones resultaban
insufribles. Habría que recordar, sólo por
citar un ejemplo, al consejero que solía
voltearse de espaldas cada vez que habla-
ba el presidente. No era una expresión de
inconformidad, como él llegó a aducirlo,
sino una falta de respeto a su investidura
y a la institución.
El Consejo se encarga de la administra-
ción, la vigilancia y la disciplina del Poder
Judicial. Entre los desafíos del presidente
se contará, por tanto, la corrupción
judicial, un cáncer fácil de detectar y
difícil de probar. Habrá que contemplar,
asimismo, la instrumentación del nuevo
sistema penal acusatorio, que no sólo
exigirá la adecuación material de juzga-
dos y tribunales, y la capacitación de sus
operarios, sino un cambio radical en la
mentalidad de sus integrantes.
Escudados en su creciente indepen-
dencia y en su facultad de arbitrio, los
jueces mexicanos no están acostumbra-
dos a rendir cuentas. Si pensamos que,
a partir de que entre en vigor el sistema
acusatorio, las sentencias deberán “ser
explicadas en audiencia pública” y de que,
una vez promulgada la anunciada ley de
transparencia, ésta convertirá a juzgados
y tribunales en sujetos obligados ante el
IFAI, los desafíos se agudizan.
En el momento actual harán falta algo
más que conocimientos jurídicos: se re-
querirá mano izquierda para alternar con
los nuevos interlocutores —la Fiscalía
General de la República, por citar a uno
de ellos— sin atizar las tensiones que
suelen devenir en casos espeluznantes,
donde los responsables de un delito que-
dan libres y los inocentes van a prisión.
El nuevo presidente de la Suprema Corte
y del Consejo de la Judicatura Federal
necesitará, asimismo, notables destrezas
administrativas para responder a los de-
safíos que he mencionado. Esto reduce
las opciones significativamente.
Llegar a ser presidente de la Suprema
Corte no puede ser un premio a la anti-
güedad o a una meritoria carrera judicial.
Mucho menos un asunto de cuotas. Si
los ministros son responsables, como me
consta que lo son, acabarán por elegir a
aquel de sus colegas que, por sus caracte-
rísticas y su experiencia, pueda enfrentar
con buen éxito los retos que se perfilan
hacia adelante.
Como lo he dicho en otras ocasiones,
considero perniciosa la fórmula de que
los integrantes de un cuerpo colegiado
tienen que elegir, de entre ellos, a su pre-
sidente. La idea se antoja sana en teoría,
pero en la práctica provoca estragos. Me
ha tocado verlo de lejos y lo padecí en
carne propia cuando fui comisionado del
IFAI: los colegas forman bandos y ejercen
presiones. Brindan apoyos en las resolu-
ciones técnicas a cambio de apoyos para
ganar posiciones. Se ajustan cuentas y,
con escándalos o sin ellos, no se pierde
oportunidad de obstaculizar a quien le
arrebató el triunfo al otro.
Creo que lo más eficaz sería, como
ocurre en la Suprema Corte estadouni-
dense, o cómo en nuestro Instituto
Nacional Electoral, que los presidentes de
los órganos colegiados fueran designados
por un órgano diverso. Así, los enconos
no se quedarían dentro y no se lastimaría
a las instituciones. Pero, bueno, mientras
nuestros legisladores no se animen a
hacer los ajustes conducentes, habrá que
trabajar con lo que se tiene. A principios
de 2015 los ministros de la Suprema
Corte tendrán ocasión de hacer gala de su
madurez y de su responsabilidad. u
El Mundo del Abogado
lamenta profundamente la muerte de Juan Díaz
Romero. El antiguo ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
fue un juez comprometido con la supremacía constitucional. En ocasiones,
le dolió apoyarse en ella para interpretar la ley. Sobre todo cuando consi-
deraba que las conclusiones a las que debía llegar eran inequitativas: “Me
gustaría que se pudiera —solía decir— pero… no se puede”. Admirador de
Gandhi y aficionado a la jardinería, el jurista oaxaqueño se consideraba a sí
mismo un juez de tiempo completo, y así lo demostró en el transcurso de
su vida… Descanse en paz.
Juan Díaz Romero
Obituario

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