"Obediencia perfecta"

AutorJavier Betancourt

Como se deduce de la entrevista de Columba Vértiz a Luis Urquiza en la edición pasada de Proceso, el punto de partida de la cinta no era acusar o satanizar a la Iglesia y a sus instituciones, sino que fue el interés sobre la complejidad de la personalidad de un individuo como el padre Marcial Maciel lo que puso en marcha el desarrollo de este proyecto. Obediencia perfecta significó varios años de preparación.

Ángel de la Cruz (Juan Manuel Bernal), el carismá-tico fundador de una orden religiosa, amado y temido por sus sacerdotes y por sus seminaristas elegidos, envuelve con su retórica demoniaca a sus niños: 'muchas cosas que aquí son virtuosas, allá afuera son una locura, pero no hagan caso'. Es una historia narrada en retrospectiva, una forma de ajustar cuentas con el pasado, un tanto como ocurre con el documental Agnus Dei, cordero de Dios (2011) de Alejandra Sánchez, donde el exmonaguillo acusa la mezcla de cariño, vergüenza y dolor que provoca el abuso del sacerdote, figura asociada para los creyentes con la confianza y el refugio espiritual.

Según declara Urquiza en entrevistas, los menores que colaboran en la película contaron siempre con la presencia de sus progenitores, además del apoyo de psicólogos y abogados; toda la acción del rodaje fue grabada. Nadie podrá atacar por ese flanco. El realizador logra que la atmósfera del seminario se sienta apenas respirable bajo el miedo, la confusión, ansiedad...

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