Semiótica y acción comunicativa: una ruta entre Pierce, Apel y Habermas

AutorGabriel Jaime Vélez Cuartas
CargoProfesor de la Universidad de Antioquia (Colombia). Comunicador social de la Universidad Pontificia Bolivariana en Medellín (Colombia). Maestro en comunicación por la UIA (México). Correo electrónico: «gabrielvelezcuartas@yahoo.com.mx»
Páginas173-195

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Introducción

Pierce, Habermas y Apel forman parte del llamado giro lingüísticopragmático en la filosofía. Este giro lingüístico se constituye en la superación de la filosofía del sujeto inaugurada por Descartes, en la cual todo acercamiento a la comprensión del mundo (verdad, pretensión de validez, establecimiento de normas de convivencia) queda clausurada en la reflexión subjetiva, impidiendo toda explicación y fundamentación de una construcción de la verdad en comunidad. El giro lingüístico, por el contrario, permite descubrir un nuevo campo de comprensión en el que se considera que en la base de toda fundamentación y conocimiento de la realidad no está la conciencia, sino el lenguaje.

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El giro lingüístico permite reconocer que el acceso al mundo a través de la razón no puede ser reducido a la reflexión de una conciencia solitaria. La construcción de conocimiento hace parte de un proceso que incluye rasgos de intersubjetividad, en tanto que pensar al sujeto fuera de un mundo social puede llevar al colapso de la civilización (Habermas, 1989: introducción). De esta forma, la razón clausurada en el sujeto no puede ser más fundamento de un mundo necesitado de caminos alternos para resolver sus conflictos.

Pensamos y conocemos el mundo porque vivimos en el lenguaje y porque existen interlocutores que comparten esta misma condición. Somos sujetos de lenguaje, característica que se antepone a la conciencia. Vivimos en un mundo que sólo podemos conocer porque existen otros que también conocen y lo hacen a través del mismo instrumento que yo: el lenguaje.

Más allá de los planteamientos de la gramática general y la lingüística estructural (Saussure, 1996, 99-117), que plantean un lenguaje único referido a sí mismo con la única posibilidad de su corrección para la comprensión mutua de los sujetos, pasando por alto su carácter contextual. Si bien el lenguaje se desarrolla de manera lógica en nuestro pensamiento, construyendo enunciados y juicios que lo validan, también es cierto que esto se realiza en condiciones de interpretación, dependiendo de las experiencias de cada quien y las situaciones en que se realizan esos enunciados. Todo lenguaje se realiza en un contexto, de allí su condición pragmática.

Estos avances en la descripción de condiciones para la existencia de la intersubjetividad, son los que permiten plantear gran parte de las teorías sobre la democracia contemporánea, teorías de la negociación y el conflicto, que sustentan los esquemas institucionales de nuestra modernidad tardía, o era postmetafísica como la llamaría Habermas, donde algunos filósofos hacen grandes esfuerzos por mantener viva a la razón como principio único para poder sobrevivir en un mundo conflictivo y globalizado.

Aquí aparecen en escena Charles Sanders Peirce, Karl-Otto Apel y Jürgen Habermas. Son defensores acérrimos de la razón como condición de acceso al mundo, pero descubren en el lenguaje una salida a la conciencia clausurada y limitada para resolver los conflictos que se presentan

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en un mundo globalizado y lleno de intereses muchas veces opuestos y en conflicto. En lo siguiente se pretende presentar una introducción a los pensamientos de Peirce, Apel y Habermas, intentando develar las propuestas que dan fundamentación a una mirada intersubjetiva del mundo como vía para comprensión de lo social.

Peirce plantea los fundamentos de un pensamiento pragmático, donde lo constitutivo de éste son los signos y la lógica, Apel pone las condiciones de existencia de una comunidad comunicativa y Habermas desarrolla la posibilidad de encontrar acuerdos universales a través de la acción comunicativa que permitan la convivencia en el mundo.

Semiótica y pragmática

En este apartado se intentará plantear todo el esquema lógico-semióticoepistemológico que sirve como respuesta a la pregunta de Peirce, fundamental en todo el desarrollo de su pensamiento, sobre la forma en que logramos pensamientos claros y la fijación de nuestras creencias.

Esquema de fijación de la creencia

¿Cómo se reconoce una idea clara y precisa?, se pregunta Peirce. Esta será la pregunta que guiará sus investigaciones, intentando establecer una ciencia que pudiese abarcar todas las demás, fundamentando de

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paso todo el proceso cognitivo mediante el cual tenemos acceso a la realidad. La realidad, para Peirce, está mediada por el pensamiento y de ahí parte su planteamiento epistemológico-semiótico-lógico.

Para Peirce, la pregunta por la realidad se desvanece. Su preocupación está en cómo construimos la realidad en el pensamiento. De esa forma, toda realidad queda mediada y clausurada en el pensamiento. Lo que no significa que niegue que exista algo allá en el exterior, sólo que a eso no tenemos más acceso que por medio de la representación o el signo, que equivale a decir pensamiento.

La identidad entre pensamiento y signo, permite a Peirce establecer una identidad más, el proceso de pensar como un proceso semiótico, el cual puede ser analizado desde una perspectiva lógica, pero no una lógica formal, sino una lógica donde los signos funcionan en un proceso eterno de asociación (o de atracción, como el gusta llamarlo, pues evita una explicación psicológica del proceso de pensar), donde un pensamiento o un signo siempre está asociándose con otro, o de otro modo, una idea siempre desencadena otras ideas, y desde una perspectiva epistemológica que se refiere al proceso mediante el cual se conoce la realidad a través de inferencias.

Estos dos aspectos, son los que según Peirce explican el proceso de fijación de las creencias. De otra forma dicho, cada vez que intentamos comprender el mundo, nos vemos sometidos a un proceso que va de la duda, la indagación, la comprobación a la creencia, pero esta última vuelve a ponerse en duda por experiencias vividas y que mueven la certidumbre hacia el campo de la duda al aparecer nuevas ideas en ese incesante proceso del pensar.

Los aspectos lógico y epistemológico son los que con más detalle describen la forma en que dudamos al estar constantemente sometidos a una asociación incesante de ideas, la forma en que indagamos al tener una capacidad inminentemente humana de inferir la realidad, la forma en que comprobamos al someter las ideas a contrastación con las percepciones que tenemos de la realidad y la forma en que llegamos a la certidumbre al calmar toda duda a través de la comprobación empírica.

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Pensamiento-signo o proceso lógico

Siempre que pensamos tenemos en la conciencia algo sobre lo que se piensa: sensaciones, imágenes, representaciones, conceptos, que sirven a ese pensamiento como signos. De allí que el pensamiento opere gracias a que existen signos. Pero ese signo funciona de tres maneras para el pensamiento:

* Un signo es signo para un pensamiento que lo interpreta (interpretante).

* Un signo es signo en lugar de algo del que es equivalente en este pensamiento (objeto).

* Un signo es signo en algún respecto al objeto que lo conecta con ese objeto (representamen)

Si tenemos en cuenta que para Peirce no tenemos acceso directo a la realidad tal cual y siempre está mediada por el pensamiento, al hablar de objeto no se refiere a una cosa que está allá afuera, sino a la percepción de esa cosa que está allí en nuestra presencia. En otras palabras: objeto sería aquella materia que percibimos y que se hace presente en nuestro pensamiento; representamen sería la asociación de ese objeto con una representación e interpretante, la función que le damos a ese objeto, todo en nuestro pensamiento referido a algo externo.

Estas tres funciones del pensamiento-signo permiten la continuidad lógica del pensamiento en tanto se percibe, se relaciona y se interpreta dándole precisamente una función específica a la realidad en la cual nos movemos; y permiten clarificar la concepción de la realidad y la certeza sobre ella. Por tanto, al clarificar la concepción de la realidad, se está en un proceso de asignación de valor a esa realidad, en tanto es práctica (en el sentido de praxis o intervención), en tanto funciona de alguna manera para el pensamiento y en tanto es representada e interpretada constantemente.

Así se puede decir que el proceso de representar e interpretar no concluye con la certeza, es imposible que paremos de pensar y de asociar ideas. El proceso de semiosis es un continuo. A un pensamiento signo, le sigue otro pensamiento signo y así infinitamente. Nunca se dejan de

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producir pensamientos signos, que son como una cadena infinita que sólo termina con la muerte. De allí que tampoco se pueda llegar a la verdad, en tanto que siempre se está en un proceso infinito que pasa de la duda a la certeza y viceversa. De allí la importancia de la falsabilidad de las creencias y la apertura a rebatir lo ya tenido por certeza.

De esa forma queda planteado el proceso de cómo procesamos nuestro conocimiento y cómo representamos, pero queda aún pendiente el asunto del acceso a la realidad, que es el que alimenta el proceso lógico de manera empírica.

Inferencia o proceso epistemológico

Básicamente accedemos a la realidad por inferencia. La inferencia se constituye como el método del pensamiento, así como la lógica es el proceso por el cual pensamos.

Decir de una semiosis que es una inferencia, no es, pues, hacer de ella exclusivamente un objeto de análisis formal. La inferencia es un método de pensar. Es por ello que la semiótica peirceana, más que otro nombre de la lógica en el sentido formal que damos hoy a este término, es otro nombre de la epistemología. La semiótica peirceana responde a la pregunta: ¿cómo...

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