Presentación

AutorRevista Andamios
Páginas7-9

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Cualquier diagnóstico sobre la salud o la enfermedad de un paciente puede ser leído a partir de la metáfora del “vaso medio vacío o del vaso medio lleno”. Quienes recurren a la imagen del vaso medio vacío suelen privilegiar las debilidades y contradicciones del paciente en turno. Por el contrario, quienes recurren a la figura del vaso medio lleno suelen destacar sus fortalezas y coherencia internas. Unos y otros están convencidos de que su diagnóstico es el más completo y certero. Algo similar ocurre con el diagnóstico sobre el estado actual de la ciencia política. Mientras para algunos, la ciencia política contemporánea atraviesa una crisis que, si no se atiende de inmediato, puede llegar a ser terminal, para otros —al contrario—, ésta vive un momento de renovación y vitalidad sin parangón alguno. A nadie debería extrañar que existan diagnósticos diferentes y, en el límite, encontrados sobre un mismo objeto o materia. El conocimiento científico avanza, precisamente, a partir de conjeturas y refutaciones.

El problema, en todo caso, radica en que tanto los críticos como los defensores de la ciencia política contemporánea ya no practican regularmente el humilde hábito de escuchar, atender y, posteriormente, refutar los argumentos o razones del otro, sino cada vez con mayor frecuencia ignoran, distorsionan y, en el extremo, ridiculizan los planteos del otro. Pocos quieren salir de su zona de confort y seguridad, aquella que les ofrece identidad, recursos y prestigio personal e institucional. ¿Cómo salir de este diálogo de sordos? ¿Cómo hacer un diagnóstico sin caer en el catastrofismo de los pesimistas ni en el optimismo de los satisfechos? En la revista Andamios creemos que el diálogo y debate abierto, directo y, por supuesto, crítico e interminable es el mejor antídoto al que podemos recurrir para encontrar y decantar los puntos de acuerdo y desacuerdo. De ahí que nadie pueda asumirse como el profeta en turno que otorgue carta de natalidad o de defunción al estudio científico de la política.

No somos, por cierto, pioneros en este debate. El debate cobró nuevos bríos en fechas recientes —no hay que olvidarlo—, con elPage 8famoso ensayo de Giovanni Sartori: Where is Political Science Going? (“¿Hacia dónde va la ciencia política?”), donde el politólogo italiano concluía, entre otras cosas, que “la ciencia política norteamericana no va hacia ningún lado”, pues se ha privilegiado en ésta el método sobre la relevancia de la investigación...

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