De nuevo, la enfermedad y el poder

AutorErnesto Villanueva

Ahora, sin embargo, es la primera vez que veo un caso autoincriminatorio, manifestado sin el menor rubor y sin consecuencia alguna, el ejemplo claro de que la corrupción y la impunidad gozan en el país de cabal salud. Me refiero al doctor Antonio de la Peña, miembro de El Colegio Nacional y fallido aspirante a rector de la UNAM, quien fue director adjunto de Ciencias del Conacyt y en los últimos seis años dirigió el Centro de Investigación en Matemáticas en Guanajuato, de donde acaba de salir hace un par de meses, cuando literalmente ya no podía articular un discurso ni practicar un mínimo ejercicio racional del servicio público.

En un texto publicado en la revista Ciencia y cultura (http://iuujuj.reuistac2.com/ uiuir-con-parfeinson/), el doctor De la Peña da cuenta de sus impedimentos físicos y mentales para desarrollar cualquier labor, más aún la que entraña toma de decisiones de afectación colectiva. Su texto lo dice todo: "Vivir con Parkinson" (una enfermedad crónico-degenerativa del sistema nervioso central que no tiene cura y termina por inutilizar a quien la padece, razón por la cual obviamente el paciente está impedido de ejercer cargos de responsabilidad por sus alteraciones cogniti-vas, que pueden incluir demencia).

"Mis frecuentes insomnios -escribió De la Peña- iban creciendo, hasta el punto de cambiar la noche por el día. Mi cara de Muppet era prueba objetiva del cansancio. Dormitaba entre sesión y sesión, o entre presentación y presentación (de candidatos a directores en la Junta de Gobierno, de mis estudiantes o colegas en los congresos" [...]. Se refiere a la Junta de Gobierno de la UNAM, de la que extrañamente formaba parte con la silenciosa complicidad de todos).

Peor todavía, De la Peña confiesa en esa pieza académica: "actualmente no soy invitado a casi ningún congreso internacional ('si está enfermo, no vendrá', 'para qué molestarlo', 'si no vino el año pasado, menos éste', supongo que decían los bien intencionados adivinos, organizadores de los congresos). Así, en años recientes sólo asisto a los congresos que yo mismo organizo (es un decir, doy instrucciones para que se organicen, esa es una de las ventajas de ser director). Esto tiene ventajas evidentes: siendo los congresos en casa, viajo menos, y siendo de mi propio interés, pues... me son más interesantes. Pero este asunto me deprime. Probablemente, es lo único que me deprime".

También revela que fue con los seguros médicos -que sólo los altos funcionaros tienen-...

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