La novela de guerrilla en México y el arte de las buenas pasadas
Autor | Sandra Oceja Limón |
Cargo | Licenciada en Sociología, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco. Profesora Investigadora de tiempo completo de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. |
Páginas | 81-110 |
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Andamios
LA NOVELA DE GUERRILLA EN MÉXICO
Y EL ARTE DE LAS BUENAS PASADAS
Sandra Oceja Limón*
RESUMEN: Este artículo aborda sociológicamente la publicación de
narrativas de ficción que tematizan las guerrillas urbanas de la
década de los setenta en el México del siglo XX. El propósito prin-
cipal es demostrar cómo estas narrativas comprometen la lógica
silente impuesta por los discursos dominantes en relación con
ese periodo y se incorporan en el presente como símbolos que
forman vacíos históricos y los transforman en espacios legibles,
pues desempeñan, durante su lectura, un papel enunciador y
movilizador de las representaciones sociales sobre las guerrillas
urbanas. Propongo con esto que la literatura de ficción constituye,
bajo una lógica que escapa a la racionalidad política y científica,
un poder que penetra en el ánimo del lector y en el espacio y el
tiempo histórico.
PALABRAS CLAVE: Insinuar (insinuer), polifonía, cronotopo, estrategia,
táctica.
La lucha de un artista por una imagen definida y estable
de su personaje es […] una lucha consigo mismo.
M. M. BAJTIN,
Estética de la creación verbal
* Licenciada en Sociología, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco. Profesora
Investigadora de tiempo completo de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
Correo electrónico: sandra.oceja@gmail.com
Volumen 8, número 15, enero-abril, 2011, pp. 81-110
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SANDRA OCEJA LIMÓN
PREÁMBULO
El levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional
(EZLN) en 1994, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México, cons-
tituye una fecha clave para las guerrillas de las décadas de los sesenta y
setenta del México del siglo XX. Fue entonces que en la comunicación
periodística y académica se comenzaron a debatir y a investigar (de
manera consistente) las implicaciones de estos movimientos para los
procesos democratizadores del Estado mexicano, pues hasta entonces
las guerrillas mexicanas habían sido encubiertas por la omisión, la
censura y la estigmatización en los discursos dominantes. Incluso, di-
cha recuperación académica y periodística hizo visibles a otros sectores
de la sociedad.1
El resultado de lo anterior se concreta en una lenta pero creciente re-
cuperación de información y testimonios, en el acceso a los escasos
registros gubernamentales y en la conformación de líneas de in-
vestigación académica, con el propósito de reconstruir histórica y
sociológicamente este periodo conocido como guerra sucia.2
En contraste con tal proceso de recuperación de información y la
existencia en el presente de una lucha por la apropiación de un lugar
1 Me refiero a ex guerrilleros, periodistas, familiares y amigos de los sobrevivientes o
desaparecidos que desde el 2 de octubre de 1968 y la década de los setenta han lucha-
do para lograr la presentación física de los desaparecidos, así como para tipificar
jurídicamente las prácticas de tortura y asesinato emprendidas por los aparatos coercitivos
del Estado.
2 En materia de derecho internacional el término “guerra sucia” se aplica cuando los
ejércitos se olvidan de la Convención de Ginebra, la cual exige que los contendientes res-
peten las reglas de rendición o capitulación, así como la calidad de los prisioneros de
guerra. En cambio, este concepto se utiliza en nuestro país para caracterizar el periodo
de mayor represión física y psicológica por parte del Estado mexicano para someter a la
oposición, principalmente aquella que encabezaron los grupos armados durante la déca-
da de los setenta. En este sentido cabe señalar que fueron “los periodistas nacionales
quienes a partir de la década de los ochenta retomaron el concepto del lenguaje de uso
común en el cono sur, donde éste era empleado como indicativo del terror de las dictadu-
ras militares, para denunciar situaciones irregulares de intervención del ejército contra las
organizaciones guerrilleras y la población civil” (Cedillo, 2008: 76). El término guerra
sucia se ha generalizado entre académicos, organizaciones civiles, sobrevivientes de di-
cho periodo y medios de comunicación de masas, así como en la sociedad en general, por
lo que he decidido respetar esta convención.
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