Sin noticia alguna

El último registro que se tiene de haberlo visto, es el testimonio del chofer del microbús que lo trasladó a la escuela en su natal Huamantla, Tlaxcala. El conductor Antonio Trinidad González, en su declaración ministerial, señaló que "todavía alcanzó a ver por el espejo retrovisor como se dirigía al colegio". Le había hecho la parada a 50 metros de la escuela primaria Emiliano Zapata a las 7:20 horas del 18 de septiembre del 2001.

Pero el niño Marco Antonio Dionicio López no llegó. Iba de pants azul, camiseta y tenis blancos. Es de complexión delgada, piel morena clara, pelo castaño oscuro y de nariz mediana recta. Mide poco más de 1.10 metros y tiene 13 años.

Tres horas después, a las 10:43 horas, en el domicilio particular de la familia Dionicio López se recibió la primera de tres llamadas. Una voz masculina le anuncia a Rosario López que ha secuestrado a su hijo y le exige 400 mil pesos. No da mayor información y pone un ultimátum: tienen nueve horas para conseguir el dinero o, de lo contrario, matará al menor.

Lo que para Rosario López fue una broma de mal gusto, de esas historias que sólo se pensaban "para los señores ricos" y que llegaban hasta su pueblo "por televisión", de golpe pareció sorprenderla en su propia casa. A la incredulidad siguió la confirmación. Rosario López corrió a la escuela, buscó a su hijo y la directora, Esther Guadarrama, terminó por ratificar lo que suponía impensable: Marco Antonio no había llegado.

"¿Cómo es posible que en Huamantla, con tan poca gente (66 mil 380 habitantes, según INEGI 2000) que vive ahí sucedan estas cosas? ¿Cómo es posible que me hayan secuestrado a mi...

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