La nobleza de gobernar

AutorMarco V. Herrera
Páginas96-96
96 | Foro Jurídico
Sumando todo lo anterior,
podríamos entender que
Aristóteles opinaba que la
política resulta ser la ciencia de
la autoridad y ciencia reina entre
las ciencias que tiene por objeto la
felicidad de los ciudadanos, procu-
rando para ellos la creación de una
vida activa, honorable y virtuosa.
Para cumplir con los fines de la
política, Aristóteles señaló que se
requieren personas con capaci-
dad para saber dirigir un Estado
y que estas cuenten con un perfil
específico y diversas virtudes, así
como ética y sentido de justicia,
porque si la ética se divorcia de la
política, aparece la maquiavélica
idea de que la política es la lucha
por alcanzar el poder.
Por otro lado, tenemos que en una
democracia, más allá del modelo
económico que se implante, los
gobernantes o quienes aspiran a
serlo, y que incluye a los diferen-
tes niveles de servidores públicos,
incluyendo ejecutores, legisladores
y juzgadores, tienen que entender
que no son dueños de los ciudada-
nos, sino sus servidores.
Para gobernar es necesario hacerse
de un buen equipo de trabajo y
que el líder dirija a este equipo con
autoridad –no con autoritarismo–,
con contundencia y no con tibieza,
con nobleza y no con revanchismo.
Los gobernantes y sus partidos
políticos deben de fijar una visión
y un programa con el fin de
cumplirlo en el momento que son
elegidos en las urnas y escoger a
los mejores hombres y mujeres
para lograrlo en conjunto, estos
hombres deben igual que el líder,
tener honorabilidad y capacidad
de la cual no quede duda. En
caso contrario, los ciudadanos
de una manera silenciosa en un
principio comenzarán a cobrar su
enojo a través de la pérdida de la
confianza en los gobernantes.
No se debe de olvidar que gober-
nar es tan noble como educar y
representa una entrega abnegada
al servicio del bien común, sin
abusar de los privilegios y ven-
tajas que pueda ofrecer estar al
mando del Estado.
En una democracia virtuosa,
no cabe el gobernar con revan-
chismos o buscando venganzas,
mucho menos de corte político,
aunque sabemos que en la cultu-
ra del mexicano el síndrome del
revanchismo está muy arraiga-
do, cuando algo no sale bien, lo
primero que se hace es culpar
a alguien más y buscar quien
pague por los errores que se co-
meten. O acostumbramos buscar
situaciones que puedan distraer
la atención de los problemas
principales o cuando las cosas
no salen como los que gobiernan
tenían planeado.
La confianza es el más grande
tesoro al gobernar a un pueblo
y se debe de entender que se
gobierna a todos, partidarios y
contrincantes. A los primeros ya
se les había convencido con ideas
y promesas, los más difíciles de
convertir son los segundos, a
estos se les convence con hechos
y si se llega a dar este conven-
cimiento la confianza será más
grande y duradera, de otra mane-
ra se podría entrar en una crisis
de desconfianza que puede dar al
traste con la felicidad de la que
hablaba Aristóteles.
COLUMNA
EL MARCO
DEL PODER
Aristóteles decía que la política tiene varios fines, entre
ellos los que considero más importantes: uno, crear
el bien supremo del hombre, éste depende de la más
importante y arquitectónica de las ciencias: la ciencia
política; este fin determina las ciencias que debe de
aprender cada ciudadano y en qué medida puede
aprenderlas. Dos; la felicidad de la comunidad política,
entendido como una meta del hombre y la comunidad
en general. Y la tercera: formar ciudadanos virtuosos,
lo que implica hacer que los ciudadanos sean personas
de una cierta cualidad y dotados de bondades capaces
de realizar actos nobles.
LA NOBLEZA
DE GOBERNAR
Marco V. Herrera
marco.herrera@forojuridico.org.mx
www.twitter.com/@Marcovherrera

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