De neoliberalismo y cosas peores

AutorAgustín Basave

¿Qué caracteriza al modelo neoliberal? Principalmente tres reformas: privatización, desregulación y gravámenes regresivos. Aunque no soy de los que piensan que todo lo que trajo consigo el neoliberalismo realmente existente debe desecharse -tuvo otras aportaciones que a mi juicio son dignas de mantenerse, como el libre comercio y la disciplina en las finanzas públicas, gracias a la cual se frenó el endeudamiento excesivo y las espirales inflacionarias- sí creo que aquella tríada reformista resultó perjudicial. Veamos. 1) Privatizar lo que no pasaba un análisis de costo-beneficio social era inevitable, pero los excesos fueron contraproducentes. 2) Desregular fue un despropósito, como se corroboró tras la entronización de la economía especulativa que desembocó en la Gran Recesión del 2008. 3) Implantar lo que se denominó trickle down economics -la peregrina tesis de que reducir los impuestos a los más ricos ayuda a los más pobres- aumentó la desigualdad y al hacerlo exacerbó la indignación contra el establishment y la globalifobia; usar la palanca fiscal para concentrar la riqueza en vez de distribuirla constituyó, a no dudarlo, el más grave error neoliberal.

En América Latina, el neoliberalismo se plasmó en el llamado "consenso de Washington". Se trata de un decálogo de recetas económicas más o menos razonables que sin embargo incluye dos de las tres reformas perniciosas: la privatización y la desregulación (John Williamson, "What Washington Means by Policy Re-form", en J. Williamson (ed.): Latin American Readjustment: How Much has Happened (Institute for International Economics, Washington, 1989, puntos 8 y 9). Y es que los neoliberales latinoamericanos fueron más libertarios que Friedman. Dígalo si no el caso de México. Era necesario privatizar la gran mayoría de sus más de mil empresas paraestatales, sí, pero fue dañino trocar el sentido común en dogma y dar a particulares el control de puertos y aeropuertos, servicios públicos y carreteras, mientras los carísimos salvamentos y reprivatizaciones -con la atrocidad del Fobaproa como baldón- socializaron las pérdidas de los grandes empresarios y dejaron una obscena deuda pública que aún lastra al país. Peor aún, el endiosamiento de lo privado y la satanización del Estado condujo a la degradación de la salud y la educación públicas e incluso de la seguridad.

Hoy, 30 años después...

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