"Nabucco" en el Auditorio

AutorMauricio Rábago Palafox

Giuseppe Verdi (1813-1901) en 1841 compuso su tercera ópera, Nabucco (basada en pasajes de la vida del rey caldeo) cuando el compositor tenía 28 años, en medio de terribles problemas emocionales: acababan de morir su esposa y sus dos hijos. No obstante, el joven maestro logró una magnífica e innovadora obra que se representa con frecuencia aún hoy día y que contiene no sólo el coro operístico más famoso de la historia, el "Va Pensiero", sino pasajes muy bellos.

Es una obra de juventud no del todo redonda, sobre todo por el libreto de un buen poeta italiano, Temístocle Solera, pero con notorias fallas estructurales. Esa fragilidad puede, como en muchas ocasiones, obviarse cuando tenemos en el papel protagónico a un figurón que lo eclipsa todo, cosa que no ocurrió esta vez, cuando la producción del Metropolitan de Nueva York nos obsequió una magnífica lectura de esta ópera verdiana, pero cuyo talón de Aquiles fue precisamente el de Plácido Domingo...

Un hombre que ayer fue un héroe de la ópera pero que hoy, golpeado por la edad, hace lo que se puede, y su voz sin graves no llena los requerimientos del personaje y simplemente no se oye como barítono.

El Nabucco es el primero de varios personajes baritonales verdianos donde se dibuja la relación padre-hija con una profundidad musical y psicológica nunca antes ni después vista.

Esta función inaugura las transmisiones correspondientes al 2017 en el Auditorio Nacional, el pasado 7 de enero, vía satélite en vivo desde el MET de Nueva York. La puesta en escena de Elijah Moshinky fue tradicional, con pinceladas de modernismo y muy funcional; el vistoso vestuario de Andrea-ne Neofitou falló cuando debe mostrar a un Nabucco harapiento que lleva 7 años...

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