El Mundial de Putin. A lavarse la cara con el balón

AutorMarco Appel

BRUSELAS.- El francés Pascal Boniface, director del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas y especialista en geopolítica del deporte, se refiere al famoso politólogo Joseph Samuel Nye cuando habla de futbol. A Nye se le debe la conocida división del poder en dos tipos: el duro, que consiste en imponer una visión mediante la fuerza militar o económica, y el suave, que pretende convencer mediante la persuasión.

"Y el futbol -dice Boniface- pertenece a la segunda categoría: es la fuerza de la buena imagen".

El Mundial de Rusia (que comienza el próximo 14 de junio) "mostrará al país tal como es: abierto, hospitalario y moderno", ha prometido el gobierno deVladimirPutin.

Putin espera salir fortalecido a nivel nacional y pleno de prestigio internacional a tan sólo unos cuantos meses de haber arrancado su cuarto mandato presidencial, el cual obtuvo en marzo pasado con 76% de los votos y gracias a la inexistencia de una oposición que lo desafíe.

Es por ese motivo que en torno a la máxima justa del balompié se está librando ya entre Occidente y Rusia una "batalla ideológica" por la imagen, asegura Jean-Baptiste Guégan, también conocido estudioso francés del tema del poder político y el futbol.

Ambos expertos -en entrevistas por separado con Proceso- exponen el juego de factores del que tratará de resultar exitoso Putin, para convertir la Copa del Mundo en una vitrina política no únicamente para su lucimiento personal, sino también para reposicionar a Rusia, definitivamente, como una superpotencia.

"Cuando se es anfitrión de un evento deportivo global, sea la Copa del Mundo de futbol o los Juegos

Olímpicos, surge una voluntad política de destacar y, a la vez, de extraer la fibra patriótica nacional y celebrar al país a escala internacional", comenta Boniface, miembro del Consejo Nacional de Ética de la Federación Francesa de Futbol y autor de obras de referencia, como Juegos Olímpicos políticos, Geopolítica del deporte o Futbol y mundialización.

"La particularidad en este caso -continúa Boniface- es que Putin insiste en servirse del deporte como una vía para ostentar que una Rusia fuerte está de regreso y que la Copa del Mundo no sufrirá un boicot deportivo, como el que encaró la Unión Soviética en los Juegos Olímpicos de 1980."

Guégan refuerza el planteamiento: "Desde que llegó al poder, Vladimir Putin intenta regresar el orgullo nacional al pueblo ruso. Y de la misma forma en que se hacía durante la época de la Unión Soviética, Putin utiliza el deporte para federar a los rusos y hacerlos sentir una nación victoriosa y poderosa".

Bajo su punto de vista, la Copa del Mundo de Rusia, cuyo costo total asciende a 20 mil millones de dólares, aproximadamente, también forma parte de la misma estrategia económica de...

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