Mujeres y debida diligencia empresarial

AutorAlejandra Ancheita

Pero la alta participación de empresas en la vida pública no puede ser vista sólo como posibles oportunidades de negocio y ganancia (siempre para algunos pocos). Las empresas tienen obligaciones y responsabilidades públicas en su actuación, y es por ello que se ha venido trabajando, desde hace ya algún tiempo, en el concepto de "Debida Diligencia Empresarial".

Las directrices de la OCDE sobre el tema definen este concepto como "el proceso que las empresas deben llevar a cabo para identificar, prevenir, mitigar y dar cuenta de los impactos adversos, reales y potenciales, en sus propias operaciones, sus cadenas de suministro y otras relaciones comerciales".

Esto implica que la debida diligencia debe llevarse a cabo para todos los impactos (sobre los derechos humanos, los derechos laborales y el medio ambiente, entre otros), para todos los sectores, para las diversas regiones, y tanto para los impactos causados por las empresas como por sus socios comerciales.

Lo que la experiencia empírica demuestra es que una buena cantidad de empresas, sobre todo las corporaciones más grandes y globalizadas, violan sistemáticamente derechos humanos cuando se les deja operar sin regulaciones efectivas.

Por ello, y anclado en una amplia cantidad de casos de abusos del poder empresarial documentados alrededor del mundo, es que la debida diligencia ha venido cobrando presencia en los debates sobre el tipo de modelo de desarrollo que necesitamos.

La debida diligencia no debe confundirse con otro concepto parecido en la forma, pero muy diferente en el fondo: el de la responsabilidad social empresarial. Mientras éste último apela a las actividades y acciones que las empresas realizan voluntariamente para convivir con su entorno, la debida diligencia se refiere a las regulaciones concretas que las empresas deben cumplir cuando desempeñan alguna actividad económica o comercial.

No se trata de buena voluntad, sino de obligaciones legales que deben cumplir en todo momento, dado el impacto social y medioambiental que sus actividades producen.

Y dentro de este debate importa mucho el efecto diferenciado que las empresas tienen respecto de las mujeres, porque la evidencia demuestra que la mala práctica empresarial nos afecta más a nosotras las mujeres.

Las desigualdades comienzan con un punto nodal: que la actividad empresarial se sigue percibiendo como una actividad de hombres, de "emprendedores", en masculino. En las empresas son los hombres quienes monopolizan las...

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