Mujeres y debate

AutorMaría Macarita Elizondo Gasperín
Páginas18-19

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Sin embargo, un evento formal cuyo interés estaba centrado en escuchar propuestas políticas e intercambios partidistas, devino en una discusión comunicacional centrada en la figura de una edecán, en donde su participación se limitó sólo al primer minuto del debate, y cuya discusión ha tenido la atención de los últimos días.

No pretendo abordar los detalles de esta situación, cuya aclaración ya se dio institucionalmente y a través de diversos medios. Sin embargo, como consejera de este órgano electoral y comprometida con los trabajos que en materia de género realizan con la asesoría del Comité de expertas y expertos en materia de género y no discriminación en el IFE, quiero compartirles mi punto de vista de lo que considero el hecho de hacer del cuerpo humano un estereotipo comercial, en particular, el de las mujeres.

Hemos transitado de la representación en la antigüedad de los cuerpos desnudos y prominentes en las estatuillas conocidas como venus, que daban culto a la fecundidad de la mujer, a la irrupción en el Renacimiento de gustos estéticos femeninos. En ellos, se le visualizó en una nueva dimensión: la del deseo, frivolidad, y placeres, simbolizados con desnudos totalmente perfectos y rostros inexpresivos, visión que con sus debidas distancias, perdura hasta nuestros días. La economía actual, dominada por la idea de mercantilizar todo lo que toca, ha comercializado incluso el cuerpo humano, que bien idealiza prototipos de belleza ajenos a la realidad de la mayoría de la gente, que genera ideales estéticos inalcanzables, que provocan frustración, enfermedad, y en situaciones extremas, incluso la muerte.

La sociedad en conjunto somos corresponsables de ello. Le hemos otorgado a la perfección del cuerpo humano de un lugar distante de su apreciación estética, a un lugar banal de apreciación comercial que alimentamos con nuestros patrones de consumo. En este orden de ideas, va mi comentario con lo acontecido en la transmisión del pasado debate presidencial.

Más allá que respeto y respetaré siempre la libertad de toda mujer para vestirse como quiera y pueda, y reconociendo que todo trabajo es loable, me parece que la presentación de la edecán y su cobertura mediática, son un claro ejemplo de la banalidad con la que se promueve la imagen de lo femenino en los medios de comunicación.

El tema no sólo tiene que ver con un vestir inapropiado para un evento formal de interés nacional e internacional, sino con la burla y sorna que ello...

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