Mubarak se va a su casa

AutorTémoris Grecko

El círculo abierto por la revolución del 25 de enero de 2011 se cierra: Hosni Mubarak, el dictador derrocado, sometido a proceso judicial y sentenciado a cadena perpetua, ha sido absuelto de los principales cargos en su contra y, según declaró su abogado el lunes 13, en cuanto “los doctores decidan que puede hacerlo”, abandonará la lujosa suite del hospital donde cumplía su condena, para retornar a la misma mansión que ocupó como vicepresidente y luego presidente de Egipto.

El jueves 2 el juez declaró –sin dar a conocer su razonamiento legal– que Mubarak no es culpable de los asesinatos de 238 personas de los que fue acusado, de un total de 850 víctimas durante el alzamiento que se prolongó 18 días hasta su renuncia forzada, el 11 de febrero de 2011.

Este anuncio fue acompañado de otro sobre la liberación por amnistía de 203 presos. Pero mientras Mubarak recupera las comodidades de su vida como gobernante, a pesar de que la posesión legal de su residencia está bajo cuestión, muchos presos políticos –una cantidad imprecisa, pero estimada en miles– permanecen en las brutales cárceles egipcias: la generación de los activistas de la Plaza Tahrir es conocida ahora como la de la “revolución encarcelada”.

Mientras tanto, el descontento vuelve a crecer en Egipto. En un país acostumbrado a la calma férrea de la represión, el trauma de un sexenio de alzamientos populares, matanzas y el golpe de Estado que entronizó en el poder al general Abdelfatá al Sisi, genera en muchos el deseo de orden aunque sea de hierro, pero el imparable declinar de la economía hostiga aún más: ajustándose a las exigencias del Fondo Monetario Internacional, el gobierno ha decretado aumentos en los precios de los combustibles y la suspensión del subsidio del pan –único alivio para las clases más empobrecidas–, provocando disturbios en extensas partes del país.

“¡Sacrifíquense con su hambre! ¡Sacrifíquense con la falta de su cena!”, respondió a los manifestantes el general Mohamed Mansour, jefe de los servicios de seguridad de la capital, El Cairo. “Ella (la nación egipcia) sacrificó a sus hijos. Si no (lo hacen), no habrá más Egipto.”

Revolución vencida

Militar de carrera en la Fuerza Aérea y designado vicepresidente por Anuar el Sadat en 1975, Mubarak asumió la Presidencia tras el asesinato de su mentor, en 1981. Durante 30 años fue el centro indisputado de la vida en el Ejército y el país, y pocos esperaban que un movimiento popular predominantemente civil y pacífico, el...

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