Morir en la carpa

AutorAlejandro Saldivar

ETCHOJOA, SON.- Todo suce-dio en 20 segundos. El domador se derritió como una vela cuando el tigre le puso las patas encima. El público gritó y Alex detuvo la garra a unos centímetros de sus labios. Con ojos desorbitados lo miró como si nunca antes lo hubiera visto. Alex retrocedió en la arena. Se detuvo, pero el tigre no. Como un relámpago, el felino se le lanzó encima. Una lluvia de astillas filosas. Espinas de cactus.

Durante varias funciones, el tigre Pedro y su domador Alex compartieron sombra en la pista del circo de los Hermanos Suá-rez, hasta la función del sábado 2 de febrero, en este sureño pueblo sonorense donde las cantinas se confunden con casas y el cielo es cruzado por cables de luz robada.

Elda Sirenia y su familia se sentaron en las gradas y presenciaron distintos espectáculos en la pista: el de los payasos, el de la contorsionista y el de las yeguas enanas...

Después llegó el turno del domador. Para entonces les dolían las manos de tanto aplaudir y las bocas de tanto sostener la sonrisa. El presentador usó el altavoz para decir que había llegado la hora de la presentación estelar: Alex Crispín, el domador de tigres.

Las colas de los felinos se movían como un péndulo sobre la pista. Una pelota de luz se detuvo sobre ellos y los iluminó. Alex llevaba esa noche unas medias de li-cra negras y una playera de tirantes con estampado de tigre. La arenga circense se fundía con música disco. El domador era un prisionero con sus fieras. No tenía látigo, sino una vara. Empezó a dirigir a los tigres: primero el truco de las plataformas, luego el aro de fuego. Y entonces...

"El domador empezó a forcejear con el tigre. Yo le tapé los ojos a mi niño de cinco años. El tigre estaba encima del muchacho y sus compañeros empezaron a golpear al animal con los banquitos. Me levanté, pero no grité; tenía miedo de que los animales brincaran la reja", relata Elda.

La señora asegura que varios niños de la primaria donde trabaja no paran de hablar de lo que sucedió en el circo ni de imitar el rugido del tigre. "Es su nuevo juego, varios vecinos me han contado que sus hijos están muy asombrados con lo que pasó", asegura.

Esa noche, la policía acudió al circo a fotografiar la escena: hilos de sangre mezclados con tierra. "Los tigres ya estaban enjaulados cuando llegamos. El domador, de 35 años, fue trasladado al hospital Río Mayo, en la entrada de Huatabampo, el municipio más cercano a Etchojoa.

Desgraciadamente las heridas profundas en el cuello del...

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