El misterio de Benedicto

AutorJavier Sicilia

Desde que con Constantino I decidió hacer una alianza innatural: unir al Pobre de Nazaret con el poder del Estado, la Iglesia ha dejado de ser a lo largo del tiempo el "cuerpo místico de Cristo", para convertirse en una mera cosa social, que al igual que cualquier otra institución está atravesada por intereses mundanos, hipocresías, acallamientos, moralinas ideológicas que han velado su verdadera sustancia y la han hecho entrar en el juicio del siglo.

No obstante esta realidad, la Iglesia, en sus profundidades, continúa siendo una realidad espiritual que hunde sus raíces, no en el poder, sino en el amoroso y humilde secreto de Cristo. Sin esa realidad, no tendríamos ni a Juan de la Cruz ni a Teresa de Ávila; ni a Dietrich Bonhoeffer ni a Etty Hillesum, ni a Chinchachoma; no tendríamos a tantos hombres y mujeres que día con día, poniendo en riesgo sus vidas y su bienestar mundano, se encuentran en las cabeceras de los agonizantes, en las cárceles, junto al dolor de las víctimas, de los despreciados y abandonados, al lado del sufrimiento.

Es desde esa raíz, oculta por el pudrimiento de la modernidad, desde donde habría que entender la renuncia de Benedicto. Más allá de su condición de Papa y del hombre que por muchos años fue el custodio de la doctrina de la fe; más allá incluso de sus equívocos -¿quiénes estamos exentos de ellos? -, y de las presiones que el ejercicio del poder impone, Benedicto es un profundo espiritual y uno de los más altos teólogos de la tradición cristiana. Como espiritual, tiene un gran sentido de la experiencia amorosa de Cristo -de allí su cristo-centrismo y su sentido de la centralidad de la eucaristía en la vida de la Iglesia.

Como teólogo, ha sido un hombre preocupado, en los tiempos de la relativiza-ción absoluta, por redescubrir las relaciones rotas entre fe y razón, entre la revelación de Cristo y la luz de la razón. Un orden que, al romperse, ha destruido, en sus palabras, "el orden moral del ser humano": No le ha sido posible. "El hombre de hoy-escribió a mediados de los noventa—no entiende ya la doctrina cristiana de la redención. No encuentra nada parecido en su propia experiencia vital [...] Lo designado con la palabra Cristo no aparece en su vida y resulta una fórmula vacía".

En los tiempos donde Dios ha muerto en la conciencia de los hombres y el nihilismo es la temperatura de la época -Benedicto fue un profundo lector de Dostoievs-ki y Nietzsche-, la experiencia espiritual y teológica de Benedicto es...

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