Los mimos y el Secretario de Cultura

AutorSabina Berman

Nunca he ocultado que mi mayor defecto de pensamiento es el optimismo. Mi opinión era la última, y la dejé escrita en el libro La agenda pendiente, de Ediciones Proceso. Me parecía que Rafael Tovar y de Teresa contaba con el diagnóstico preciso de nuestra Cultura -a decir, que las obras culturales no llegaban, sino a cuentagotas, al pueblo de México-, contaba igual con el conocimiento íntimo de los instrumentos institucionales de la cultura, y contaba por fin con un ánimo casi revanchista para contrastar sus capacidades con las de los presidentes de Conaculta que lo sucedieron.

Escribí que muy posiblemente aprovecharía su tercer mandato para enmendar ese atorón entre la creación y los públicos, para abrir el grifo del arte, para crear riachuelos y ríos que refrescaran la conciencia colectiva, para descla-sar el consumo de la belleza, para crear fiestas de alegría estética, como lo había hecho Torres Bodet, en su momento, o José Vasconcelos, en el suyo, y de paso así ganarse la gloria de un nombre para la historia de nuestra cultura.

Judith Amador y Armando Ponce, periodistas de Proceso, le preguntaron al nuevo presidente de Conaculta cuál era su proyecto. Se lo preguntó, igual, Genaro Lozano, en su columna del periódico Reforma. Yo lo invité a mi programa de televisión para que hiciera lo propio, convencida de su buena intención, pero curiosa de cuál sería su método para expandir la cultura. Respondió gentilmente, a cada uno, que precisamente estaba formulando el nuevo proyecto de cultura, y que no podría anunciarlo sino hasta después que lo hiciera el secretario de Educación, por entonces su jefe según el organigrama oficial.

Pues bien, a los seis meses, el secretario de Educación anunció su proyecto, la reforma educativa, de dimensiones tan anchas como la geografía del país, y muy polémica, como sabemos. Pero el presidente de Conaculta no anunció a continuación su proyecto. Proceso lo invitó otra vez a enunciarlo, yo lo volví a invitar, varios articulistas le pidieron lo mismo, en las redes se replicó la solicitud, cuéntenos, díganos, emociónenos, después de todo la cultura es el aspecto más noble de la vida social, porque implica la convivencia alrededor de lo lúdico y lo bello.

Nada. De nuevo no respondió. Esta vez, sin explicaciones. Y de pronto se anunció la formación de la Secretaría de Cultura. El Conaculta cambiaba de dignidad y de poderes. Y aunque no se dijo...

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