La mezquindad de México

AutorJavier Sicilia

Así, tanto las partidocracias como los medios de comunicación han decidido borrar la tragedia del país para concentrarse en aquella que, no obstante su gravedad, es mezquina frente al exterminio: la corrupción.

Desde hace ya mucho tiempo todos, atrapados en la ilusión electoral, estamos pendientes de la corrupción. Desde la aplicada por Javier Duarte y los exgobernadores perseguidos, hasta la de Emilio Lozoya, pasando por las elecciones del Estado de México y el lodo que se lanzan los partidos entre ellos para mostrar quién es peor, en cuanto a ese tema se refiere. A muy pocos importan ya los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, las masacres de San Fernando y Tlatlaya, los cientos de periodistas asesinados, la inmensidad de fosas clandestinas que a diario las organizaciones de víctimas descubren, las intrincadas redes de trata, las casas de seguridad convertidas en zonas de exterminio -como el Rancho El Limón, en Vera-cruz, donde, nos recuerda Dayán, "fueron hallados 10 mil fragmentos óseos" - y la complicidad de muchas autoridades en esos campos de exterminio, como el caso del penal de Piedras Negras en donde "en varios meses se exterminaron y quemaron cerca de 150 cuerpos".

El caso más ilustrativo es el del gobierno de Morelos. Si Graco Ramírez ha comenzado a caer en desgracia y a ocupar parte de la atención mediática no ha sido por las fosas clandestinas que su gobierno excavó en Tetelcingo y Jojutla -de las cuales se han entregado ya ocho cuerpos-, sino por las corrupciones que derivaron en el socavón del Paso Exprés y que lo llevaron a un enfrentamiento con el otro responsable, el secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza.

Al gobierno federal no le han importado las desapariciones forzadas, que con toda evidencia están en las fosas hechas por la administración de Graco Ramírez, desapariciones que en un eufemismo cómplice llaman "actos irregulares". Le ha importado, en cambio, que el gobernador acusara directamente del desastre del socavón a las corrupciones de Ruiz Esparza.

Lo mismo puede decirse de las elecciones en el Estado de México. Lo que se ha magnificado es la corrupción, no las redes de complicidad del PRI con el crimen organizado que, derivadas de ella, han convertido a esa entidad en una de las zonas más bárbaras del país.

En medio de una tragedia de la magnitud de la que vive México, y de la que da cuenta el artículo de Dayán, escandalizarse con la corrupción es tener un espíritu mezquino.

La palabra es...

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