Una "metida de patas"

AutorFrancisco Marín

VALPARAÍSO, CHILE.- La enfermera Adriana Soto Arraño trabajaba en la clínica Santa María de Santiago cuando el 19 de septiembre de 1973 Pablo Neruda ingresó a este centro hospitalario.

El testimonio de Soto -integrado al expediente del caso Neruda- refuerza la versión que el exasistente del poeta, Manuel Araya, ofreció al juez de la causa, Mario Carroza, en el sentido de que Neruda no estaba moribundo y que su muerte se produjo después de que en esa clínica le aplicaron una inyección en el estómago.

Según Soto, el 20 de septiembre de 1973 se enteró de "que Pablo Neruda había ingresado al cuarto piso y que permanecía hospitalizado en un departamento de ese piso". Dijo que le dio "curiosidad conocer al poeta, motivo por el cual ingresé a su habitación, además que me correspondía llevarle el desayuno y el almuerzo".

Comentó que en una ocasión "lo vi se-mirrecostado en la cama, con cara de enfermo, pero no moribundo y a su lado se encontraba su señora Matilde (Urrutia), siendo esta última quien hacía las veces de interlocutor con el poeta (...) a don Pablo no lo vi conversar con nadie más que con su señora".

Soto señaló que en los dos días siguientes vio a Neruda en similares condiciones. Acotó que "en la antesala había un joven que parecía ser su secretario personal o algo similar (Manuel Araya), con quien tampoco conversé, ya que al parecer habían temas reservados dentro de la habitación y siempre se veían a la defensiva".

La testigo recuerda que en todas sus visitas "no vi a ningún profesional atenderlo". Esto refuerza la tesis, de que Neruda no entró grave a la clínica como sostiene la versión oficial sobre la muerte de Neruda, que es defendida por la Fundación Neruda basándose en las memorias postumas de Matilde Urrutia Mi vida junto a Pablo (Seix Barral, 1985).

El 24 de septiembre de ese año "llegué de forma habitual a mi trabajo, en horas de la mañana. Al ingresar al cuarto piso me enteré que don Pablo Neruda había fallecido en horas de la noche, lo que me llamó la atención, por cuanto lo había visto el día anterior y parecía estable, por lo que comencé a preguntar qué había ocurrido".

Al acercarse a unas enfermeras del piso que permanecían en su sala de estar les preguntó: "¿Qué pasó con mi paciente (el poeta)?" Una de ellas le señaló: "Durante la noche le pusieron una inyección a don Pablo Neruda y se murió".

Cuando Soto pidió más detalles le dijeron "que los médicos, que habían estado de turno en la noche, le habían puesto una...

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