Mentiras

AutorFabrizio Mejía Madrid

-Simplemente estaba haciendo énfasis en que mejor hablaran de las portadas que los aludían a ellos.

Luego, quizás preocupado por la reacción en la red de opiniones, Twit-ter, declaró: "Esa no era mi intención. Yo pedí las fotografías y fue así como me las pusieron".

Parte de la degradación del lenguaje público que padecemos tiene que ver con la idea de que la verdad no existe, sino sólo las opiniones. Si todo es mentira, el lenguaje pierde su capacidad de brindar confianza entre los seres humanos, se acepta que los demás son medios para lograr nuestros fines y, entonces, se le prohíbe a los otros para que tomen decisiones libres. En la cultura neo-liberal -de donde proviene el personaje que Anaya ha creado- la mentira no es moralmente condenable, no está mal si se obtiene un beneficio de ella, y engañar se percibe como una astucia para ganar posiciones. La idea de que, en una campaña electoral, todos mienten, no implica que la verdad haya desaparecido. Al menos yo no lo creo.

Aristóteles, San Agustín, Santo Tomás de Aquino y Kant creyeron en que no existía forma de hacer que una mentira fuera aceptable. La separaron de los mensajes donde el que escucha no debe esperar la verdad: cuando se nos elogia; nos muestran gratitud por un regalo o una comida; en el lenguaje formal en el que te dicen "mi estimado"; en una negociación donde se dice "mi última oferta son 10 pesos"; en una generalización en medio de una charla, como "aquí siempre está nublado"; en la propaganda; en un chiste; en la predicción del clima; en un juego de apuestas; en las falsas excusas; en una obra de teatro,; y durante un truco de magia. Como el que escucha no espera la verdad, la mentira no engaña, pero no deja de ser mentira. Incluyo un caso más a esta lista: cuando todos saben que eres mentiroso y ya nadie toma en cuenta como verdad lo que dices.

La historia de cómo las mentiras empezaron a no serlo, inicia cuando los católicos, que eran obligados a presentarse a las misas de la Iglesia anglicana -el Acta de Uniformidad de 1559 en la Inglaterra isabelina-, inventan la "reserva mental". De acuerdo a ella, los católicos interrogados sobre su fe, debían decir cosas como "adoro a Dios como tú" y callar el resto de la verdad. Lejos quedaban santos católicos como San Firmo de Tagaste o Ántimo de Nicomedia que prefirieron la muerte a manos de los soldados romanos a mentir sobre el paradero de los cristianos perseguidos. En su La ley de la Guerra y la Paz, Hugo Grotius, que era...

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