Menores migrantes

AutorJohn M. Ackerman

Obama ha traicionado la confianza de los latinoamericanos residentes en el país del norte. Durante las campañas presidenciales de 2008 y 2012, prometió regularizar a millones de inmigrantes y arreglar el sistema migratorio disfuncional. En respuesta, recibió el contundente apoyo de los votantes latinos. El 67% lo respaldó en 2008, y el 71% en 2012.

Pero la ingratitud de Obama parece no tener límites. Rápidamente se convirtió en el presidente estadunidense que ha deportado a la mayor cantidad de migrantes en la historia, en el "Deportador-en-jefe" de acuerdo con activistas, con más de 2 millones de expulsiones durante el tiempo que lleva en la Casa Blanca. Asimismo, ha endurecido la vigilancia en la frontera sur y fracasado olímpicamente en aprobar reformas que podrían reunir a familias de migrantes, además de permitir a jóvenes estudiar y trabajar en Estados Unidos aunque hubieran ingresado "ilegalmente" al país cuando eran niños.

La posición retrógrada de Obama con respecto al éxodo de los niños sin acompañantes constituye la última gota que derrama el proverbial vaso. Los menores detenidos merecen la oportunidad de reunirse con sus familiares, quienes con su arduo trabajo sostienen la economía estadunidense. Si Obama hubiera cumplido su promesa de regularizar a esta importante fuerza laboral, la mayor parte de estos niños podrían ingresar legalmente sin problema alguno a petición de sus parientes.

Los trabajadores migrantes tienen el mismo derecho a cuidar a sus hijos y a educarlos en escuelas públicas que cualquier otro empleado. Obama y su gobierno están sufriendo las consecuencias de su propia hipocresía.

La solución entonces va mucho más allá de declarar a algunos niños "refugiados" de la "guerra" que libran grupos criminales de América Central. Existe la urgente necesidad de poner un alto a la injusta extracción de la fuerza de trabajo de los latinoamericanos residentes en Estados Unidos sin que el gobierno o los empleadores se responsabilicen por el bienestar personal y el de las familias de sus empleados. Pero en lugar de exigir la implemen-tación de una reforma migratoria integral en Estados Unidos, al igual que respeto a los derechos humanos de los mexicanos y latinoamericanos residentes allá, el gobierno de Peña Nieto ha asumido plenamente el enfoque de Washington que visualiza el problema como una "crisis" que se resolvería con medidas más drásticas de "protección" fronteriza y de inhibición de...

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