La "mayomanía" en Estados Unidos en los veinte

AutorAnne Marie Mergier

PARÍS.- Es una historia muy singular la que Sven A. Kirs-ten cuenta a los visitantes del Museo del Quai Branly: En las tres primeras décadas del siglo XX una extraña epidemia afectó a Estados Unidos. Se manifestó primero en California con el fenómeno de la Mayan Revival Architecture, una asombrosa moda arquitectónica neo-maya, y no tardó en invadir campos tan diversos como la danza, la música, el diseño de interiores, la moda, el cine e inclusive el esoterismo.

Comisario de la exposición Aztec Hotel, Le tile neomaya en Amérique, inaugurada el pasado 19 de junio en el Quai Branly -que festeja sus 10 años de existencia-, Kirs-ten se ríe cuando la corresponsal le pide aclarar por qué el título de la muestra entrelaza con tanta imprudencia las civilizaciones azteca y maya.

"El Aztec Hotel es la primera obra de la Mayan Revival Architecture y una de las más emblemáticas. Fue diseñada por el arquitecto Robert Stacy-Judd en 1924 y construida el año siguiente en Monrovia, a la orilla de la Ruta 66, a escasos 25 kilómetros de Los Ángeles.

Según explicó el mismo Stacy-Judd, Maya Hotel no sonaba tan bien como Aztec Hotel, porque en ese entonces los estadunidenses conocían más a los aztecas que a los mayas. El nombre del establecimiento responde a meras preocupaciones publicitarias. Así de simple.

Confía Kirsten mientras recorre la muestra:

"Junto con Stéphane Martin, presidente del Museo del Quai Branly, decidimos seguir 'jugando' con el humor de esa paradoja."

El curador señala fotos del Aztec Hotel y sobre todo un video que él mismo filmó en ese palacio kitsch alucinante. Dejan atónito las imágenes del lobby y de salones amueblados con sillones, sofás, mesas, lámparas ... mayas. Asombran aún más los pasajes abovedados, los dinteles y los paneles esculpidos, las estelas y los murales... mayas, que el arquitecto sembró por doquier.

El hotel fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1978 y hoy está en proceso de restauración.

Stacy-Judd no fue el único en mezclar sin complejo alguno a mayas y aztecas. Hizo lo mismo, entre muchos otros, el dueño del Aztec Theatre de San Antonio, Texas. Ese edificio relativamente austero por fuera contaba al interior con un decorado de estilo neomaya llevado al extremo y pretendía competir con las obras barrocas de Europa. "Descubran los tesoros modernos del cinematógrafo en medio del esplendor de una corte azteca", proclamaba su lema publicitario.

Recalca Kirsten divertido:

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