Matar con método

AutorTémoris Grecko

GAZA.- El poste partido en dos todavía conservaba el grafiti que hizo un vecino, quien además tenía un auto de color naranja. El automóvil, aunque aplastado, permanecía en el sitio donde siempre lo estacionaba.

Eso le permitió a Rimez al Azazmhe -una mujer palestina de 27 años- reconocer la calle donde vivía. Desde ahí pudo observar lo que quedó de su vivienda: una montaña de escombros.

Caminó hacia su casa. No pudo llegar. Escuchó disparos que impactaban cerca de ella: ¡Tup, tup, tup! Dio la vuelta y echó a correr.

-Probablemente eran disparos de advertencia para que no te acercaras -le dice otra mujer gazatí a Rimez.

-¿Cómo voy a saber si son de advertencia? ¡No voy a acercarme al soldado israelí para preguntarle! -replica Al Azazmhe.

Ambas mujeres permanecen en la escuela de la Organización de Naciones Unidas (ONU) ubicada en el barrio de Jabaliya, convertida en refugio para personas que perdieron sus hogares o que debieron alejarse de ellos.

Si Rimez hubiera caído tiroteada, lo más probable es que el gobierno de Israel la hubiese culpado de su propia muerte. El día que le dispararon fue el sábado 26 y el ejército israelí había declarado un cese al fuego de 12 horas. El objetivo oficial de dicha tregua era facilitar la búsqueda de heridos y de cadáveres bajo los edificios destruidos. Medios de comunicación israelíes interpretaron la pausa como una forma de permitir a Hamas, la organización extremista que domina la Franja de Gaza, que evaluara el daño infligido y el costo de su resistencia. También se esperaba que la población hiciera lo mismo y, quizás, se rebelara contra Hamas.

En cualquier caso, miles aprovecharon la pausa para regresar a sus hogares en busca de sus parientes desaparecidos y para recuperar algunas posesiones. Unos se pusieron a rascar entre los escombros; otros, como Rimez, fueron espantados a tiros.

A centenas de palestinos, en cambio, la destrucción ni siquiera les permitió identificar los principales puntos de referencia de sus barrios: el banco donde guardaban sus ahorros, la escuela de sus hijos, la mezquita en la que cada mañana imaginaban la existencia de un Dios...

Cuatro días más tarde -el miércoles 30-, Israel prohibió a los palestinos acercarse a esas zonas so riesgo de perder la vida. Y aunque no lo hubiera hecho, nadie confía en la palabra de ese gobierno ni de sus fuerzas armadas. Los hechos dan la razón a los desconfiados: ese mismo miércoles el gobierno israelí declaró un cese al fuego de cuatro horas...

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