Marisela Morales en la PGR

A casi 50 años de aquella respuesta —sea cierta o falsa la anécdota—, la pregunta sigue teniendo sentido. Ahora, sin embargo, no sólo hay que cuestionar a la persona sino al cargo mismo: ¿qué posibilidades de éxito tiene una institución tan extrañamente diseñada como la Procuraduría General de la República? Frente a una Secretaría de Seguridad Pública Federal, ¿puede seguir realizando tareas policiales? Ante un Poder Judicial tan cauteloso como el nuestro, ¿puede darse el lujo de distraerse a la hora de perseguir el delito ante los tribunales? Por otra parte, ¿conviene que sea independiente del Poder Ejecutivo, para poder perseguir la corrupción a sus anchas, o esa labor debe cedérsela a una dependencia como la Secretaría de la Función Pública, cuyas sanciones tienen un carácter administrativo?

Si esto no se responde, no hay modo de imaginar a un procurador ideal: ¿debe ser un constitucionalista o un penalista?, ¿debe ser un académico o un litigante?, ¿debe ser un policía avezado o, más bien, un hábil procesalista? Porque las cualidades que uno requiere son distintas a las que requiere el otro. Antes, la Procuraduría también fungía como Consejería del Ejecutivo Federal, por lo que el perfil de procurador se complicaba aún más. Para enviar un mensaje a la sociedad civil y a la clase política, el presidente solía designar a un jurista de cierto prestigio y punto.

La anterior reflexión viene al caso a propósito de la designación de Marisela Morales como procuradora general de la República.

¿Fue un acierto o un desatino del presidente Felipe Calderón ponerla al frente de la PGR? Sus simpatizantes destacan que es la primera mujer en el cargo. El elogio parece quedarse ahí. Ser mujer tiene su mérito en el México contemporáneo, pero vale la pena ir más a fondo: aunque no es la primera agente del Ministerio Público que se hace cargo de la oficina en los últimos tiempos —Humberto Benítez también lo había sido—, sí es la que ha tenido más larga trayectoria como fiscal y —hay que destacarlo de modo especial— la primera que, con esta larga trayectoria, no tiene filiación partidista. Genera confianza.

¿No era esto, precisamente, lo que necesitaba la Procuraduría General de la República? Ahora que el desempeño de sus labores se ha tornado más peligroso y la percepción pública no es la óptima, los agentes del Ministerio Público necesitaban un líder moral, una figura legitimada por una verdadera carrera de éxitos en la institución y no por el compadrazgo...

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