Margarita Rojas y el infierno duranguense

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Hasta el sábado 24 de abril la licenciada Rojas Rodríguez tenía un historial limpio, en cargos de tono menor. Licenciada en derecho por la Universidad de Coahuila, fue agente del Ministerio Público de Durango, en la Comarca Lagunera. Era presidenta del Comité de Integración Ciudadana para la Seguridad Pública de Ciudad Lerdo, su lugar de origen, cuando estalló la crisis en el Centro de Readaptación Social número 2 del estado, con sede en Gómez Palacio. En sólo un mes, sendos motines hicieron reventar a dos directores del penal, el segundo de los cuales salió tras una rebelión que dejó 20 muertos, entre reclusos y custodios.

El gobernador Ismael Hernández Deras, o su secretario de Gobierno Oliverio Reza, o el de Seguridad Pública, general Valentín Romano, designaron directora a Margarita Rojas, aunque ninguno de ellos acudió a darle posesión. Era un desafío enorme para la abogada ser la primera mujer en ese cargo y recibir la penitenciaría en ruinas, con el orden interno roto. Pero al parecer lo enfrentó con donaire. Promovió la libertad preparatoria de muchos reos que no debían estar presos, y al disminuir la población se abatió también la tensión interna. Durante meses apenas hubo uno que otro incidente (aunque en uno de ellos fueron asesinados cuatro custodios). Ese resultado hizo que Hernández Deras la nombrara Mujer del Año en abril de 2010.

Ya para entonces, si se atiende a la velocísima averiguación emprendida por la PGR, la directora de la cárcel había dejado de ser la funcionaria modelo que se suponía. Se presume que ya había entrado en comunicación con Gente Nueva, un grupo armado que presta servicios al cártel de Sinaloa. El 31 de enero se habría realizado la primera operación pactada con esa banda, que le otorgaba un sueldo mensual de hasta 25 mil pesos. Un grupo de matones presos recibió autorización para salir y matar indiscriminadamente a 11 personas en el bar Ferrie. El crimen colectivo escandalizó menos de lo que ameritaba, opacado por la matanza de Salvárcar, en Ciudad Juárez, ocurrida el mismo día, y de la que se ocupó desde Japón el presidente Felipe Calderón, quien no tuvo una palabra para los asesinados en Torreón

El 15 de mayo el mecanismo entró en operación de nuevo. El saldo fue de ocho personas muertas en el bar Juana’s. Y se repitió el 18 de julio, un domingo negro en que una fiesta en la quinta torreonense Italia Inn fue interrumpida a balazos por matones salidos para ese efecto de la cárcel. Esa vez, 17 personas...

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