La Marcha de la Diversidad

AutorSabina Berman

Intelectual y vitalmente. Que la teoría de la realidad que me ha parecido la más confiable para entender al mundo y guiar mi propia vida ha sido la teoría de la evolución, cuya primera certeza es que las formas vivas nunca están estáticas, sino que han tendido y tienden a variar indefinidamente, dando origen a la diversidad exuberante que es la naturaleza.

Por eso amo la diversidad humana.

Por eso me emociona la Marcha del Orgullo de la Comunidad de la Diversidad. Una comunidad que hace años se llamaba simplemente LGB (lésbica gay bisexual) y ha ido acumulando variaciones hasta llamarse hoy LGBTTTIP (lésbica gay bisexual transexual trasvesti transgénero intersexual pansexual). Y a la que seguramente se le irán agregando más siglas durante el siglo (onanistas, poliamorosos, para empezar), hasta que su nombre llegue a incluir la H de heterosexual.

Y es por eso para mí una fiesta asistir a esa marcha que cada año recorre Paseo de la Reforma llenándolo de una explosión de colores como ninguna otra marcha, con la alegría con que la vida en un jardín desbarata la monotonía de los verdes y los llena de azules, amarillos, rojos, morados, blancos.

El contingente de señores en hot pants dorados con alas de mariposa a la espalda de los torsos desnudos y tostados. El de las señoritas de bigotes y bototas de minero, shorts de mezclilla y piernas divinas entre una y otra cosa. El batallón de una cuadra de las transgénero: divas con crepé en el pelo, uñas de 10 centímetros, tacones de 15: monumentos bamboleantes de la “feminidad” que las mujeres biológicas abandonamos hace tiempo.

Hace ya ocho años, mirando con Carlos Monsiváis pasar la marcha desde un café en la acera del Paseo de la Reforma, me comentó que lo espléndido de nuestro siglo era que en él los señores normales y las señoras normales –es decir, aquell@s en la norma estadística, en la mayoría: aquell@s con corbata o con marido– defendían ya el derecho de los señores a usar hot pants y alas de mariposa ante la intolerancia de los señores fúnebres de Provida.

El triunfo cultural de la diversidad en realidad no es más que la cultura alcanzando al darwinismo científico. Como cultura, los occidentales hemos relegado la idea de que hay un control sobrenatural sobre la vida y una sola forma de ser humano. Todavía más, con Darwin apreciamos la diversidad de formas como una riqueza y equiparamos a la diversidad con la libertad y a la libertad con la creatividad.

Y son en efecto sinónimas. La libertad es...

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