De MAO a la COCA-COLA. El hombre que atestiguó una época

AutorAdrián Foncillas

BEIJING.- El filipino Jaime Flor-Cruz llegó a la capital china en agosto de 1971. Tenía 20 años y quería cambiar el mundo y formar parte de la revolución que encabezaba MaoTse-tung.

Una semana después de su llegada a esta ciudad una bomba estalló en su país, Filipinas. Murieron seis personas. El entonces dictador Ferdinand Marcos achacó el atentado a izquierdistas radicales y elaboró una lista negra en la cual estaba FlorCruz. Ante el temor de ser detenido, el joven decidió quedarse en Beijing.

Así, un viaje planeado para tres semanas se prolongó 43 años. FlorCruz laboró en una granja y en un barco pesquero, estudió en la Universidad de Beijing e ingresó, por casualidad, al periodismo: trabajó para las revistas Time y Newsweek y luego para la cadena de televisión CNN, de cuya oficina en la capital china es corresponsal en jefe.

Durante ese tiempo le tocó ver las grandes transformaciones del gigante asiático: la Revolución Cultural de Mao, la apertura económica de Deng Xiaoping, la matanza de Tiananmén, el primer concierto pop, la llegada de la Coca-Cola, el boom de la economía...

A los 64 años FlorCruz es el decano de los corresponsales extranjeros en China y, en días previos a su jubilación, concede una entrevista a Proceso.

-Cuando usted llegó a China, ¿encontró el paraíso esperado?

-Al principio mantuve mi idea romántica. No había brechas entre ricos y pobres, todos iban con los trajes Mao. Te enseñaban comunas, hospitales y granjas. La gente estaba segura y feliz. Después fui a trabajar a una granja durante casi un año y ahí vi la verdadera China.

"Plantábamos arroz, manzanas y peras durante siete días a la semana. No nos pagaban. Sólo la manutención. Los chinos nos habían pedido que esperáramos en el hotel a que la situación se tranquilizara en Filipinas. Pero yo tenía 20 años, quería cambiar el mundo y formar parte de la revolución. Insistimos en trabajar."

-¿Cómo era la vida en la Revolución Cultural (1966-1976)?

-Habían pasado los años más locos. La gente ya no luchaba en las calles, pero seguían las campañas ideológicas. Al principio pensé que la gente creía la propaganda. Había familias separadas, hijos que denunciaron a sus padres por capitalistas. Mi epifanía llegó en 1974. Deng Xiaoping había tenido problemas por segunda vez. Un amigo del partido me dijo: 'Deng es un buen hombre, quiere cambiar a China de la forma correcta'. Me quedé perplejo. Supe entonces que no podía quedarme en la superficie.

-¿Qué problemas había entonces?

-(Los chinos) no estaban preocupados por el...

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