Manuel J. Jáuregui / Con dedicatoria

AutorManuel J. Jáuregui

El mensaje de ayer debe entenderse como un llamado a todos los gobernantes, pero con particular dedicatoria para el desubicado Alcalde de la Capital, el señor López Obrador.

La inseguridad es un problema que abraza ya a todo nuestro país: existe inseguridad en Ciudad Juárez, en San Luis Potosí, en Nuevo León, en la frontera toda, en el sur, es cierto, mas es en la Capital donde la inconformidad se agudiza ante la sordera del Gobierno.

Que la manifestación de ayer domingo haya sido mucho más numerosa en la Capital que en otras partes obedece a esta crecida indignación que sobrecoge a la población de la Ciudad de México, por ser sus autoridades particularmente necias -más que otras- e insensibles ante el clamor popular.

Cuando la gente se queja de la proliferación de robos, secuestros, asaltos y delitos similares, los responsables capitalinos salen con domingo siete y en respuesta niegan todo y se avientan su rollo habitual de estadísticas ilusas y color de rosa.

Ello, en lugar de responder con acción, con humildad, con esmero a las peticiones de la ciudadanía.

Es cierto que esta característica de negación de la realidad no es exclusiva del Gobierno capitalino, pues se da en otras partes.

Incluso en el Gobierno federal, el cual a cada rato, cuando líderes sociales le increpan hacer algo ante la creciente ola de delincuencia, invariablemente sale con gráficas y estudios (elaborados por algún gnomo en alguna oficina, ex profeso) en las que según él todos los delitos van a la baja en México.

Si es así es, ¿por qué muere tanta gente secuestrada, en asaltos, o en ataques arteros como el que cegó la vida del editor del semanario Zeta la semana pasada?

Mas sin duda es en la Capital de la República donde se manifiesta con una mayor claridad la inconformidad de la ciudadanía, pues se ha generado como respuesta espontánea y sentida al ímpetu demagógico que el perredismo le ha impreso al Gobierno, hartando y hastiando a la población que ya alcanza los extremos de la desesperación y la impotencia.

Estos sentimientos ya comienzan a permear otras ciudades del país, cuyos índices de delincuencia simplemente son intolerables.

La tumultuosa manifestación de ayer en el zócalo marca un importante hito en la historia de este país, pues es de las pocas veces...

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