A manera de cuento navideño

AutorSamuel Máynez Champion

El problema, si es que podía considerarse como tal, es que no había dinero para celebrar el nacimiento del niño Jesús como había sido la costumbre. Y siendo honestos, también escaseaban los recursos materiales para la manutención de tanta criatura. En fin, Dios seguiría proveyendo.

Así como pintaban las cosas en ese mes de diciembre de 1956, la idea de satisfacer los deseos de los niños se antojaba imposible. Habían de comprarse muñecas, carritos, patines y demás... Al mayorcito, aún adolescente, podían convencerle de que su regalo consistía en pertenecer a un hogar pletórico de amor, mas ese argumento se caía con los más pequeños quienes, sin decirlo abiertamente, entendían que a su papá lo había requerido el Señor y que, estando ahí junto a Él, disponía de las facilidades para que los regalos se materializaran.

El árbol y el nacimiento naturalmente se pondrían con el esmero y la algarabía que imponía la festividad. Se elevarían los cantos que entonaba el coro familiar con más entusiasmo que precisión, pero eso no importaba mucho, ya que en esas músicas natalicias iba impregnado el recuerdo del padre ausente.(1) Para el adorno de las paredes desnudas de la casa había varios ángeles de petate que podían reutilizar-se. También se dispondrían las habituales flores nochebuenas y las bateas con frutas a las que se les intercalaban esferas verde y oro. Cántaros de barro servirían para acomodar las velas a manera de rudimentarios candelabros. Era imprescindible llenar de luz el enorme hueco que había dejado la desaparición física del patrón de la casa. El oloroso pino que debía presidir la sala del hogar volvería a engalanarse con unas originales ramas de níspero engarzadas con más nochebuenas, amén de las esferas coloradas que sobraban de las navidades pasadas. Lo mismo sucedería con la confección del nacimiento. El diminuto pesebre se acomodaría sobre el lecho de heno y musgo que los niños, cuales topógrafos en ciernes, desplegarían con su profusión de crestas y valles entre el árbol y la chimenea.

Era la disposición del nacimiento la actividad que mayor expectación causaba. Había puentes que se situarían sobre las corrientes de agua realizadas con papel de estaño. Para simular un hipotético lago se contaba con un espejo, cuyos bordes se cubrían con el musgo. Sobre su inmaculada superficie irían algunos patos y cisnes. Pas-torcillos, vacas y ovejas en miniatura eran parte del arsenal que se ponía primero, antes de emplazar a las figuras de...

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