El malestar islámico

AutorOlga Pellicer

Semejantes explosiones de violencia son más que un incidente aislado. Revelan el alto grado de malestar existente en las sociedades islámicas, así como la inmensidad del odio acumulado en contra de Estados Unidos. Las razones son múltiples; algunas, agudizadas por los cambios que han seguido a la "primavera árabe"; otras, por los errores y ambivalencia de la política estadunidense hacia dichas sociedades.

Los cambios que tuvieron lugar en el mundo árabe como resultado de los movimientos sociales que conmovieron al mundo no tuvieron el efecto de mejorar perceptiblemente los niveles de vida de una población mayoritariamente pobre. Quienes recuerdan la inmolación del joven desempleado de Túnez que prendió la chispa para tales movimientos se preguntan si en algo han aumentado desde entonces las oportunidades para la juventud; la respuesta es desalentadora. Según información de The Economist (15/09), cerca de la mitad de jóvenes debajo de los 25 años están desempleados.

Desde el punto de vista político, la caída de los dictadores fue sin duda un paso adelante; ahora bien, al mismo tiempo se abrieron espacios más amplios a grupos religiosos con diversos grados de intolerancia. El fenómeno es muy evidente en Egipto, con el avance arrollador de los Hermanos Musulmanes, que ejercen el poder casi sin contrapeso y serán la fuerza dominante en el proceso para la elaboración de una nueva Constitución. Cierto que éstos han mostrado prudencia y solidaridad hacia Estados Unidos con motivo del asalto a la embajada, pero ello no impide que otros grupos islámicos más radicales, como los salafistas, tengan ahora más presencia que antes en las calles de El Cairo y hayan sido parte activa de los desórdenes que tuvieron lugar en Libia.

Paralelamente al poco entusiasmo por los resultados obtenidos después de las movilizaciones, las sociedades islámicas tienen pocos o ningún motivo para ver con mayor simpatía a Estados Unidos. El famoso discurso de Obama en El Cairo, en junio de 2009, fue concebido como un punto de transición en la larga historia de malentendidos entre ese país y el mundo islámico. Sin embargo, los años han pasado sin que dicha transición avance hacia una relación más constructiva.

Los viejos problemas siguen sin resolverse. El estancamiento del caso de Palestina es una espina en la relación entre los países árabes y Estados Unidos, de la que, al parecer, es imposible desembarazarse. No hay el menor atisbo de solución al estar ausente la voluntad...

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