El de Maduro, un régimen que se afianza

AutorRafael Croda

BOGOTÁ.- A un año de que el diputado opositor Juan Guaidó se autoproclamara "presidente encargado" de Venezuela, con la promesa de sacar del poder al mandatario Nicolás Maduro, el sentimiento predominante en ese país es la desesperanza.

Guaidó y sus aliados internacionales -principalmente Estados Unidos, Colombia y Brasil- crearon la expectativa de que el régimen que encabeza Maduro llegaría a su fin en los primeros meses de 2019, pero la estrategia para lograr ese propósito falló de manera estrepitosa.

El gobernante chavista, cuya "inminente" caída era proclamada hace un año por varios dirigentes opositores, no sólo consiguió mantenerse como presidente de Venezuela, sino que se afianzó en el poder.

Y esto es un balde de agua fría para las dos terceras partes de los venezolanos quienes, según todos los sondeos, responsabilizan a Maduro y a su gobierno del desastre económico, político y social que vive el país y, en consecuencia, quieren un cambio.

En los últimos 12 meses Guaidó y el grupo de países que lo apoya lo intentaron todo: aislamiento diplomático, ingreso de "ayuda humanitaria", amenazas de invasión militar, sanciones económicas al gobierno y a sus principales figuras, el quiebre de lealtades en la Fuerza Armada y hasta un golpe de Estado.

Incluso la OEA está preocupada y ya convocó a una sesión extraordinaria para abordar el último giro de la crisis política venezolana.

Y nada de eso ha funcionado. Maduro y el régimen siguen allí, al mando del país. Guaidó enfrenta traiciones y escándalos de corrupción en la alianza opositora que lo llevó a proclamarse "presidente encargado". Y los venezolanos sufren hambre y pobreza y huyen masivamente a otras naciones.

El salario mínimo, que equivale a 2.50 dólares mensuales, apenas cubre 3.5% del costo de la canasta básica familiar; más de la tercera parte de los niños de los barrios pobres sufren desnutrición crónica, y 87 de cada 100 hogares reportan privación alimentaria, según un estudio de Cáritas.

La ONG católica considera que Venezuela registra "una emergencia humanitaria compleja, persistente, enquistada y olvidada" y que la "precariedad humanitaria" es parte de una "nueva normalidad".

El sello de esa "nueva normalidad" es el desánimo: 69.4% de los venezolanos vive decepcionado, molesto, desilusionado, triste o deprimido, según una encuesta realizada por la firma Delphos para la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).

El sondeo, divulgado el mes pasado, indicó que sólo 26.7% de los venezolanos son felices o tienen esperanza en que la situación mejorará.

Para el director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la UCAB, Benigno Alarcón, ese estado de ánimo responde al incumplimiento de las expectativas de cambio que se generaron el 23 de enero...

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