Algo más que una primera dama

AutorPablo Pérez Álvarez

LIMA.- Nadine Heredia, esposa del presidente de Perú, Ollanta Húmala, es una primera dama atí-pica. Aunque oficialmente su principal tarea es promover los programas sociales -insignia del actual gobierno, cuya prioridad declarada es la inclusión social-, su injerencia en las funciones ejecutivas hace tiempo provoca polémica.

Hasta ahora ni Húmala ni Heredia han intentado ocultar que ella, con más caris-ma, un discurso más articulado y mayor popularidad que su marido, tenía un rol importante en las decisiones del mandatario. Pero tras la renuncia a finales de febrero del cuarto presidente del Consejo de Ministros (en teoría el número dos del gobierno) por las intromisiones de la primera dama, se han recrudecido las críticas contra la pareja por no respetar la institu-cionalidad del Estado.

Es más, según una encuesta reciente casi dos tercios de los peruanos cree que quien realmente manda es ella. Y los partidos de oposición le reclaman su excesivo protagonismo, el que dé órdenes a los ministros y ejerza funciones de gobierno sin tener ningún cargo oficial y, por lo tanto, ninguna responsabilidad, hasta el punto de tener más poder que el presidente del Consejo de Ministros.

El presidente del Consejo de Ministros, premier o primer ministro, en teoría es el segundo funcionario del país. Se encarga de coordinar a los ministros, es puente entre éstos y el presidente, y ejerce como portavoz gubernamental. Pero las injerencias de Heredia parecen haberlo devaluado a una función casi decorativa. Así lo consideró César Villanueva, quien se convirtió el pasado 23 de febrero en el cuarto ministro en renunciar al cargo en los poco más de dos años y medio de Húmala en el poder.

El segundo de ellos, Óscar Valdés, reconoció recientemente que cuando estaba en el gobierno descubrió que algunos de sus ministros despachaban directamente con Heredia, por lo cual prohibió a los miembros del gabinete hablar con la primera dama bajo amenaza de dimitir.

A Heredia se le acusa de aspirar a suceder a su esposo en las elecciones de 2016, al estilo de Cristina Kirchner en Argentina, lo que fue llamado por la oposición "reelección conyugal", algo prohibido por la ley peruana.

Al analista político y exministro de Interior Fernando Rospigliosi, no le cabe duda de que esa es su meta: "Hay el temor de que intenten usar el aparato del Estado para perpetuarse. Ella podría tener un enorme poder sin exhibirse públicamente pero (...) aparece en las inauguraciones, regala cosas, sonríe, se abraza con las señoras, besa a los niños... Eso es un político en campaña".

Aunque las funciones de la primera dama no están reconocidas formalmente en Perú, las constantes declaraciones de...

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