Luis Rubio / Verdades de a kilo

AutorLuis Rubio

"Los hombres nunca hacen el bien excepto por necesidad; pero cuando gozan de los medios y libertad, todo lo llenan de confusión y desorden", afirmó Maquiavelo en sus Discursos. Así parece el debate en torno a la legalización de la mariguana. Me parece que se mezclan y confunden tres temas que deberían ser entendidos, cada uno, en su justa dimensión.

Primero está el asunto elemental de la libertad de cada persona de hacer con su vida lo que quiera siempre y cuando no afecte a terceros. Este principio debería regir cualquier decisión en materia de reglamentación y control, en cualquier ámbito, y el de las drogas no es distinto. No hay razón para prohibir su consumo en la medida en que la única persona afectada sea quien decide hacerlo. El proyecto aprobado esta semana es, en este sentido, impecable.

Un segundo asunto es el hecho de que la prohibición no ha evitado que las drogas se cultiven (o fabriquen), transporten o consuman. Lo único que la prohibición ha logrado es que se desarrollen enormes consorcios dedicados al tráfico de estupefacientes, mismos que generan una mega industria de corrupción por donde pasan y la violencia que inexorablemente va de la mano. Por otra parte, una cosa es la prohibición al consumo de determinados bienes y otra muy distinta es la responsabilidad de un gobierno de mantener la paz en su sociedad.

El crimen organizado prolifera en todas las sociedades pero no solo por las drogas: también está el secuestro, el robo, la piratería, el juego y un sinnúmero de negocios ilícitos que igual tienen que ser combatidos. Eliminar las drogas de la ecuación obviamente contribuiría a disminuir el poder del crimen organizado pero en nada cambia la responsabilidad del Estado de combatirlo.

Finalmente, el tercer tema es el de la seguridad pública, que no es un asunto menor y que, aunque obviamente vinculado a la prohibición, no es lo mismo ni se deriva de ésta. La seguridad pública tiene que ver con la calidad y fortaleza del sistema de gobierno con que cuenta una sociedad y que se observa en todo: en la continuidad de las políticas y programas gubernamentales, en el estado de la educación, en la calidad de la infraestructura, en la administración de la justicia y en el respeto de que goza la policía. Un gobierno fuerte (que puede o no ser grande) es uno que no cambia con los vientos políticos sino que más bien funciona dentro de un contexto de leyes que efectivamente limitan, a través de pesos y contrapesos, el...

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