Luis Rubio / ¿Así quieren el desarrollo?

AutorLuis Rubio

Las monedas tienen dos lados y, en este momento, la del gobierno no cuadra. Por un lado, el presupuesto supone una tasa de crecimiento sensiblemente más elevada a la que se experimentó en el año que está por terminar. Para lograr este hito, el propio gobierno reconoce que sólo es posible con inversión privada. Pero, por el otro lado, el poder legislativo se la vive aprobando leyes que no solo desincentivan la inversión, sino que la aniquilan. La pregunta es si los dos lados del gobierno se comunican y entienden las implicaciones de su desencuentro.

El planteamiento inherente al presupuesto es por demás sensato: se puede elevar la recaudación y con eso lograr las metas de gasto que propone el gobierno siempre y cuando se eleve la plataforma de producción petrolera y crezca la economía cerca del 2%. Muchos han criticado de ilusas estas dos premisas pero, desde el punto de vista de Hacienda, son alcanzables siempre y cuando existan condiciones propicias: a final de cuentas, esos números se han logrado en años anteriores y no hay razón estructural para pensar que no pudiera repetirse.

Sin embargo, el actuar legislativo ha venido construyendo un andamiaje que atenta directamente contra la posibilidad de que crezca la inversión: se han aprobado tres leyes que no sólo atentan contra la inversión, sino que ponen en la defensiva a toda la población que paga impuestos. La extinción de dominio entraña definiciones tan laxas y amplias que puede ser aplicada a virtualmente cualquier persona. El cambio en el Artículo 19 constitucional le da poderes tan vastos a la autoridad que no hay límite en lo que pueda llegar a hacer, independientemente de si sus motivaciones son legítimas o políticas. Finalmente, la legislación en materia fiscal pone contra la pared literalmente a cualquier ciudadano, no sólo a empresarios que adquieran facturas falsas. Por supuesto que el negocio de las llamadas factureras tiene que ser erradicado, pero la ley que se aprobó pone en el umbral de la cárcel a cualquier causante fiscal.

Poco a poco, se ha construido el andamiaje de un instrumental formidable que, en manos de una autoridad vengativa o con agenda, puede afectar al conjunto de la población. En su más mínima expresión, permite intimidar a cualquier persona, de cualquier actividad. Hay dos posibles explicaciones para esto: una, que hay un plan maquiavélico detrás de estas iniciativas, orientado a controlar a toda la ciudadanía. La otra, que cada iniciativa...

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