Luis Everaert: desde las entrañas de Coyoacán

AutorNiza Rivera

Ya son 800 charlas, ni más ni menos. Dictadas de manera ininterrumpida cada lunes desde hace 16 años, el cronista Luis Everaert Du-bernad, ingeniero químico por la UNAM y contador de historias por vocación, habló a Proceso del pasado, el presente y el futuro de Coyoacán.

Las pláticas tienen lugar en el Salón Morelos de la Casa de Cultura Jesús Reyes Heroles del barrio de Santa Catarina, desde un 17 de julio de 1998. Ahí una veintena de amantes de anécdotas coyoacanenses -"discípulos" les dice el cronista-, todos mayores de 50 años, se reúnen para conocer la historia de su pueblo, uno de los más prósperos en patrimonio cultural de la Ciudad de México, acaso sólo después del Centro Histórico.

Everaert, quien el 12 de agosto cumplió 91 años, se volvió cronista a raíz de su primer artículo publicado en el semanario Claridades en 1948, y desde entonces asiduo colaborador en otros medios como el suplemento Diorama de la Cultura de Ex-célsior y México en la Cultura de Novedades. Es autor de los libros Coyoacán a la vuelapluma, Cien años de la compañía industrial de Orizaba, Imágenes de la Ciudad de México en el siglo XIX, Tres grandes colegios de la Nueva España, Paisajes de Tamaulipas, México 1900 o La bella época en México.

Mantiene inéditas varias obras: "El exvoto o retablo como expresión plástica, literaria y religiosa", "El hechizo del paisaje en la poesía", Antología de Coyoacán, "Anecdotario coyoacanense" y "Personajes de Coyoacán"; y como coautor, "Relatos de Coyoacán", "Memorias de la sociedad mexicana de geografía y estadística (1989, 1991 y 1992)" e "Historia de la Ciudad de México (El valle de México, su medio físico y sus primeros pobladores)". Vestido con corbata y pulcramente peinado, ronda el metro ochenta de estatura, y luce entero física y anímicamente. Proceso lo entrevista en uno de los salones de la Reyes Heroles, a la que llega puntualmente cada lunes a las 18 horas.

-¿Cuál es el origen de estas charlas?

-Pues surgió en una conferencia justo en el Salón Morelos cuando María Eugenia López Brun era directora del centro, alguno de los asistentes tenía la inquietud de saber quién era Francisco Sosa -la calle donde se encuentra el recinto en el número 202-, existía el desconocimiento de quién era y dieron algunas referencias del escritor, después mencionaron que estaba yo, el Cronista de Coyoacán. Y es que Francisco Sosa, Pancho Sosa como lo conocíamos, fue amigo de mi familia, de mis padres y abuelos, y pues sí, tenía mucho...

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