La lucha contra el olvido

AutorAlejandro Saldívar

NUEVA YORK.- Entre los restos: tenedores y cucharas de plata chamuscadas y expuestas en espiral. Un archivador aplastado y lleno de óxido. Piezas de una escultura de Rodin. Boletos del vuelo 93 de American Airlines. Una muñeca de trapo sin ojos. Algo que parece un meteorito. El motor de un elevador. Pistolas hechas jirones. La ventana de un avión…

Se trata de objetos recolectados por el Museo Tributo al WTC después del derrumbe de las Torres Gemelas en esta ciudad.

En una de las salas del museo, una mujer aspira una bocanada de aire. Pasa la mano derecha por su cabello. Se lleva un pañuelo a la nariz. La mujer escucha una grabación de testimonios, cuyas voces parecen repiquetear en su cerebro. Afuera llueve. Sus ojos azules enfocan la llovizna que cae sobre las cuatro grúas que trabajan en la Zona Cero. El metal cambia de color. El gris claro adquiere un matiz profundo. En días de lluvia los edificios de la ciudad pare- cen de alguna manera más limpios, lavados y opalescentes como un cuadro de Monet.

“El cielo azul de la mañana se convirtió en una nube de polvo... Las fotos de los desaparecidos cubrieron la ciudad… La esperanza se transformó en desesperación”, dice una grabación de voces anónimas en el museo, situado frente a la Zona Cero.

La mujer aguza la vista. Ante ella, un centenar de fotos de muertos o desaparecidos. Aprieta los ojos. Se levanta, se desliza por la sala. Se derrumba frente a una réplica de la estatua de la Libertad hecha de banderas y bendiciones. El museo está atestado de personas que se conmueven con los testimonios.

“La calle Church era un caos total. Pasé por encima de grandes piezas de metal. Era una hilera de ventanas de avión”, cuenta Neil Getter, un oficinista. Su testimonio es uno de los muchos que describen el olor a carne quemada flotando sobre Manhattan, o los desalojos masivos de los departamentos que se llenaban de ceniza.

Junto a un par de vitrinas de cinco metros con fotografías de los muertos y desaparecidos se proyecta un video de cuatro horas y media con los nombres de las víctimas en orden alfabético. Hay cajas de pañuelos en las bancas para no derramar lágrimas sobre el parquet.

El proyecto, financiado por la Asociación de Familias del 11 de Septiembre, sigue la narrativa del expresidente George W. Bush: “Estos actos destrozaron el acero, pero no podrán doblar el acero del ímpetu estadunidense”. Son frases adheridas a la pared e intercaladas entre las vitrinas con objetos.

En uno de los auriculares se escucha una mezcla de opiniones recogidas después de que los aviones se estrellaron: “Son unos locos suicidas, fanáticos de una causa pervertida… son psicópatas parecidos a los...

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