Luces y sombras del sexenio

AutorArturo González De Aragón

Uno de los mayores logros de este sexenio ha sido la aprobación de las reformas estructurales del país. Una aspiración largamente esperada por la sociedad y siempre frustrada en las últimas gestiones de gobierno por múltiples intereses políticos absurdos.

Las reformas del periodo 2012-2016 aprobadas por el Congreso de la Unión -en materia de educación, impuestos, telecomunicaciones, competencia económica, transparencia, derecho a la información, deuda pública, procuración de justicia, amparo, petróleo y electricidad, electoral, de combate a la corrupción- podrán ser un gran paso por el camino correcto, siempre y cuando mantengan, como valor supremo, el interés general de la nación.

Las reformas estructurales aprobadas han tenido los siguientes resultados positivos: la laboral ha facilitado la creación de empleos formales -según los registros del Seguro Social-, que están creciendo más rápido que la economía; la financiera logró aumentar el crédito al sector privado; la de telecomunicaciones ha incrementado la competencia en un ramo con enormes monopolios; la energética ha generado inversiones privadas en materia de electricidad, petróleo y gasolina, y la impositiva de 2014 aumentó los ingresos tributarios 62% en términos reales entre 2012 y 2015.

Una de las más grandes reformas es la relativa al combate a la corrupción y a la impunidad, la cual finalmente pudo verse cristalizada el 18 de julio de 2016 con la publicación en el Diario Oficial de la Federación de la Ley General del Sistema Nacional Anticorrupción, después de una gran presión de la sociedad, de los partidos políticos y de un buen número de organizaciones civiles.

En un reciente acto en el Senado de la República, afirmaba yo que uno de los grandes problemas que tiene nuestro país es que no se castiga a nadie, absolutamente a nadie. No podemos aspirar a cambiar el gran problema que vivimos si no estamos dispuestos a sancionar a los culpables.

Mientras no sancionemos, mientras no abatamos la corrupción con sanciones ejemplares, no podemos aspirar a combatir la corrupción y vamos a seguir siendo entonces la República de la Impunidad. Este mal se combate con sanciones y más sanciones, pues es el único camino que puede transitarse para combatir la corrupción y aspirar a cambiar el destino de nuestra patria.

El Sistema Nacional Anticorrupción (SNA) surge con la reforma constitucional de mayo de 2015, y contaba con un año para emitir la ley general que estableció las bases de coordinación, así como las adecuaciones a las leyes conexas relativas a las siete instancias que integran el Sistema: la Auditoría Superior de la Federación (ASF), la Secretaría de la Función Pública, el Tribunal Federal de Justicia Administrativa, el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, la Fiscalía contra la Corrupción, el Consejo de la Judicatura y el Comité de Participación...

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