Un Yo para llevar, por favor

AutorFabrizio Mejía Madrid

La historia de estos libros es, en sí misma, significativa. Había sido inventada mucho antes de los años noventa -cuanto tuvo su explosión comercial-por el vendedor Dale Carnegie durante la Gran Depresión de los años treinta, con un título sugerente: Cómo ganar amigos e influir sobre las personas (1936).

La idea de quien había vendido tocino y manteca a los rancheros de todo el sur de Estados Unidos era que "los demás piensen como tú", es decir, persuadirlos de comprarte. El secreto de Carnegie es explotar en los demás "el anhelo de ser apreciados" y agrega: "La única diferencia entre Dillinger (el ladrón de bancos) y Rockefeller (el dueño de la Standard Oil) es la forma en que satisfacen su deseo de ser importantes". Así, los amigos del título son clientes y la simpatía es un instrumento para el éxito, es decir, vender y ganar más. Carnegie había cambiado su apellido -Carnegey- para dar la impresión de que venía de la misma familia que el magnate de los ferrocarriles y no le importaba mentir y engañar porque el éxito lo era todo en una crisis que había mandado al desempleo a una gran mayoría de los estadunidenses.

La "autoayuda" sufre un primer giro desde la técnica exterior a la interior en los años posteriores con libros como El poder del pensamiento positivo, de Norman Pale (1952) y El método Silva de control mental de José Silva (1982). Ya no se trata de cambiar la forma en que los demás piensan de uno, sino de cambiar la forma en que uno es. Ya no es un "saber-hacer", sino un "saber-ser". Aquí la noción de "autoayuda" implica que no debe esperarse nada de los otros, que el Yo es causa y remedio de todos los males, y que hay que adaptarse con pura fuerza de voluntad y una serie de técnicas que vienen en el libro. Hay en toda esta literatura para no-lectores -en el sentido en que no se lee por placer, sino para obtener una utilidad práctica- una idea en común: que dentro de cada uno existe una "fuerza" inexplo-tada. Puede que se trate de unas palabras mágicas, de la creencia en un ser cósmico, o la voluntad de adaptarse a una "normalidad" que ha patologizado conductas que antes eran sólo timidez, dispersión, o pensar que los demás no son medios para nuestros fines personales.

Cuento esto porque en días pasados los comentólogos han insistido en las ventajas del neoliberalismo ante las críticas que han recibido sus resultados: violencia, desigualdad extrema, corrupción. Asociado a una "libertad del mercado" -que no reconoce la creación de...

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