Línea 10

Cuando la cuestión económica se pone difícil, cualquiera pensaría que al gobierno federal le interesaría facilitar que los ciudadanos pagaran sus impuestos. Pero no, por supuesto, no es así.

Actualmente, para que un contribuyente pueda cumplir con su obligación, lo primero que debe hacer es obtener la famosa firma electrónica, cuyo trámite es similar a una colonoscopía pero sin anestesia.

Hay que sacar una cita en el SAT, que seguramente no tiene prisa por cobrar pues tarda varios días en recibir al usuario. Cuando por fin llega el día, nada de entrar como Juan por su casa, hay que volver a sacar turno y, por fin, en la ventanilla se presentan identificación oficial, comprobante de domicilio fiscal y una memoria USB, para que no olvide tan bello momento.

Se debe esperar a que el propio personal del SAT emita la "confirmación" de los documentos que se presentaron y luego volverse a formar para, ¡obvio!, actualizar la información que se acaba de entregar y que ya fue confirmada. Una vez logrado, al contribuyente se le toman las 10 huellas dactilares y, ¡ay, ojón!, le escanean... ¡el iris!

Cosa muy diferente pasa, por ejemplo, en Miami, donde hasta el vecino puede ir y pagar los impuestos de quien ocupa un condominio de lujo... como el de La Gaviota.

La tenía, era suya y la dejo ir... y no hablamos de una oportunidad de gol del Chicharito en la Bundesliga, sino del ex titular de la SEP y de Segob Emilio...

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