Los límites de la disidencia

AutorAdrián Foncillas

BEIJING.- Chen Guangcheng desafió al poderoso Estado chino... Y ganó. Ahora, este abogado y activista espera en un hospital de la capital a que la parsimoniosa burocracia china tramite su pasaporte para volar a Estados Unidos, donde prestigiosas universidades lo han invitado para que estudie derecho.

Su odisea comenzó el pasado 22 de abril cuando saltó el muro de dos metros que rodea su casa en Dongshigu, poblado de la provincia de Shandong, y eludió a los policías y a las cámaras de vigilancia desplegados en su pueblo. Una colega disidente lo recogió en auto y lo condujo hasta la embajada estadunidense en la capital. Seis días después salió de este inmueble hacia el hospital para que curaran su tobillo roto; iba acompañado por funcionarios estadounidenses. Al día siguiente denunció ante las cámaras de televisión que éstos lo habían abandonado. Estaba acorralado y vencido cuando el gobierno chino encontró una salida diplomática al conñicto: autorizarían su salida para que pudiera estudiar en el extranjero.

El caso revela una lucha cotidiana y desigual. De un lado, las autoridades, convencidas de que progreso y disensión no se mezclan; del otro, el disidente Chen, abogado autodidacto y ciego desde los cinco años, quien defendió primero a sus vecinos analfabetos contra los excesos del poder local, y posteriormente denunció la existencia de siete mil abortos y esterilizaciones forzados en su provincia. Pasó cuatro años y tres meses en la cárcel por "daños en la propiedad pública y por organizar a las masas para interrumpir el tráfico". Después sufrió 19 meses de arresto domiciliario extrajudicial aderezado con golpizas periódicas.

"La represión a disidentes se ha intensificado desde el verano de 2008, aunque estos continúan su lucha tenaz por la defensa de los derechos humanos", señala por correo electrónico Wang Son-glian, investigadora de la organización Human Rights Defenders, con sede en Hong Kong.

A partir de ese año ocurrieron las protestas étnicas delTíbet y Xinjiang. En marzo se produjo una revuelta popular en Lhasa, capital delTíbet. La población tibe-tana atacó a los han (etnia mayoritaria en China) y forzó la intervención del ejército. Según las autoridades el saldo fue de 19 muertos. En julio de 2009, pobladores uigures (etnia predominante en la región de Xinjang) salieron a la calle y masacraron a cientos de han. Las autoridades de Beijing informaron que en esa acción murieron 200 personas; la mayoría pertenecía a los han.

El temor de Beijing creció con las revueltas que el año pasado derribaron a gobiernos en países árabes. Decenas de activistas, abogados de derechos humanos, artistas e intelectuales fueron detenidos, interrogados o recluidos en lugares secretos.

Pacto tácito

Luego de la matanza de Tiananmén en 1989, el gobierno y la población establecieron un acuerdo tácito de progreso a cambio de estabilidad. Muchas de las medidas de apertura que en ese entonces reclamaban los...

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