Los libreros comenzaron ya la batalla contra Amazon

AutorAnne Marie Mergier

PARÍS.- "Los trabajadores eventuales no son las únicas víctimas de Amazon. El líder mundial de la venta en línea causa también estragos entre los libreros europeos imponiéndoles una competencia sumamente desleal", denuncia Jean-Baptiste Malet en su libro En Amazonia. Infiltrado en el "mejor de los mundos".

El autor, que analiza sobre todo la situación de los libreros franceses, y reconoce que es ciertamente cómodo adquirir un libro con sólo hacer clic en la computadora precisa:

Esa competencia se manifiesta primero en el campo fiscal. Los líderes norteamericanos de \anet economía, como Apple, Google y Amazon, aprovechan la heterogeneidad de los regímenes fiscales de la Unión Europea para instalar su domicilio social en los países que les cobran menos impuestos. Google escogió a Irlanda, AppleyAmazon a Luxemburgo.

Según cifras manejadas por el Conseil National du Numérique (Consejo Nacional de las Actividades de Internet), Amazon, Googley Apple juntos mueven un volumen de negocios de alrededor de 3 mil millones de euros en Francia, pero sólo pagan al fisco 4 millones en lugar de los 500 millones que deberían desembolsar si estuvieran sometidos al régimen fiscal galo.

En el caso de Amazon las autoridades francesas calculan que la multinacional debe un mínimo de 198 millones de euros por atrasos fiscales, y buscan la forma de obligar a la empresa a cumplir con sus obligaciones. La ambigüedad y la complejidad de las legislaciones europeas , sin embargo, juega a favor del portal estadunidense.

Se indigna Malet:

Amazon vende libros escritos por autores franceses, publicados por editores franceses a lectores franceses y sólo paga migas fiscales en Francia. Esa situación es insostenible para los libreros galos, que pagan fuertes impuestos, y pone en juego su sobrevivencia.

Agrega:

Pero a Jeff Bezos no le basta beneficiarse de esa enorme ventaja fiscal, también quiere eludir la Ley Lang sobre el precio único del libro.

Esa disposición legal, instaurada en 1981 por Jack Lang, entonces ministro de Cultura, permite que cada editor fije el precio de sus libros y establece que ese precio sea respetado por todos los libreros de Francia. Con esa medida Lang buscó y logró proteger a las casas editoriales y a las librerías de los avatares más perniciosos de la competencia. También pretendió y logró estimular la lectura entre los franceses.

La Ley Lang, que no se aplica a los libros de segunda mano, es casi sagrada en Francia. No lo es para Bezos, que...

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