La libertad de la lectura (Segunda y última parte)

AutorJorge Sánchez Cordero

El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) ha mencionado a la lectura como una de sus prioridades. Una vez que se conozcan los pormenores del proyecto respectivo, es indispensable inducir a la sociedad mexicana a debatirlo. Empero, es de esperarse que éste se inserte dentro del marco de la absoluta observancia de la libertad de la lectura, acatando el mandato de las reformas constitucionales a los artículos cuarto párrafo undécimo (antes noveno), sexto y séptimo; reformas que -así pareciera- inauguran una nueva etapa para la libertad de la lectura en nuestro país.

En estas tierras la censura ha sido una constante. Desde el inicio de la época colonial tuvo una presencia implacable a través del tribunal de la Inquisición. Con frecuencia se olvida que si bien esta fue una institución papal, tanto en la Metrópoli como en la Nueva España estuvo sometida al poder de la Corona conforme a una bula de Sixto IV decretada a instancias de Fernando el Católico. El propósito: garantizar la uniformidad religiosa e inducir la nacional (Beresford James Kidd).

La Inquisición muy pronto adquirió derecho de ciudad en la Nueva España, donde ejerció una censura de Estado con un carácter eminentemente político que obedecía a la idea primaria de preservar la ortodoxia religiosa, conservar una sola moral para la sociedad y asegurar el control eficaz de las conciencias. No era pues de sorprender que la censura tuviera un carácter casuístico, que se adaptara a criterios cambiantes propios de cada época. Esta práctica transitó en el siglo XVI desde el combate a la "secta luterana" (término empleado por la Inquisición) hasta la erradicación de las ideas libertarias francesas en el siglo XVIII (Idalia García y Pedro Rueda Ramírez).

Perfeccionada por los distintos sucesores de los reyes católicos, la censura encontraba su legitimidad en una legislación farragosa que se transgredía con facilidad. La censura por sí misma no coadyuva a explicar satisfactoriamente el problema del comercio y la lectura de libros en Nueva España. Para ello, debe recurrirse a fundamentos económicos y sociales, como las altas erogaciones en el rubro de importación de libros, aunados a la carestía y a la escasez de papel y tinta. Estos factores, sumados a la insuficiente creación literaria y científica y a la existencia de una sociedad iletrada, contribuyeron a una edición limitada de obras. En este sentido es revelador que sólo haya habido 42 bibliotecas privadas en la Nueva España durante todo el periodo colonial.

El puritanismo mexicano

En diciembre de 1933, en un ambiente de puritanismo a escala nacional, se instituyó la Legión Mexicana de la Decencia, fundada por la orden de los Caballeros de Colón (Pablo González Casan ova) y cuyo propósito era "propugnar por el saneamiento del ambiente social de México (...) y reprimir y castigar (...) publicaciones (...) que pongan en peligro la moralidad y la decencia". Esta agrupación se incorporó en 1938 a Acción Católica Mexicana, y quedó por lo tanto subordinada a la Iglesia con un elenco de abogados encabezados por Felipe Gómez Mont (Laura Pérez Rosales).

La oleada puritana en el país llegó al...

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