Y la ley no sirve para nada

AutorArturo Rodríguez García

Presente en la historia de México, el espionaje político se modernizó en los años recientes. La tecnología de punta, contratada a corporaciones tras-nacionales especializadas en seguridad, hizo masiva la vigilancia, radicalizó la intervención de activistas críticos y opositores, en clara violación a leyes nacionales e internacionales.

Además, esa práctica dejó un largo rastro de corrupción y negocios hechos al amparo del poder.

La filtración de la base de datos de HackingTeam -empresa italiana especializada en espionaje cibernético de la que México es cliente principal de su sistema Da Vinci- la semana pasada detonó el segundo escándalo de intervención masiva de comunicaciones, luego de que en 2013 se descubrió la operación de su competidora, la angloalemana Gamma International, cuyos contratos en México se relacionan con el círculo cercano al entonces secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna.

A finales de 2013, Jesús Robles Maloof, defensor de derechos humanos con amplia presencia en redes sociales, detectó una intrusión atípica en su teléfono celular programada para ser notoria. En los meses siguientes se propuso documentar de dónde venía y concluyó que se trataba de un sistema denominado FinFisher.

FinFisher es un software malicioso que requiere a los usuarios de computadoras y celulares descargar actualizaciones falsas de fuentes en apariencia fiables, como Adobe o ¡Tunes. Ya instalado, el espía accede y controla en forma remota la computadora o el teléfono, mientras tenga conexión a internet. Así, accede a toda su información, puede activar cámara, micrófono, además de infectar y acceder a la información de sus contactos.

La organización no gubernamental Pri-vacy International, dedicada a documentar espionaje gubernamental en 50 países e impulsar iniciativas de protección de datos personales, externó su preocupación en abril de 2013, porque entre 2011 y 2012, los dos últimos años del gobierno de Felipe Calderón, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedeña) había gastado 350 millones de dólares en sistemas de vigilancia, con poca transparencia presupuestal y en el uso que se le daba al servicio.

Semanas antes, el Laboratorio Ciudadano de la Universidad de Toronto publicó un informe en el cual describió las características de FinFisher y reveló que México era uno de los principales consumidores de ese sistema. Hasta entonces, el caso más escandaloso se relacionaba con la exportación de la mencionada herramienta de espionaje a Bahrein, denunciada por numerosos visores internacionales de derechos humanos.

Caso abierto

Jesús Robles Maloof no pudo demostrar el origen de la intervención, pues la denuncia que interpuso ante un Ministerio Público federal sirvió de poco y ni siquiera instruyó el...

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