Tanto por Leer.../ Breves

AutorSilvia Isabel Gámez y Antonio Bertrán

Albina había perdido la memoria. La única huella de su pasado era un áspid sujeto por tres clavos en una letra T, tatuado justo encima de las nalgas. Cuando bailaba casi desnuda sobre un barril de madera, la blancura de la giganta devoraba las sombras desde las que acezaban los mineros. El deseo que despertaba era tan grande que Amado, el sombrerero, se convirtió en un perro de pelambrera terrosa desesperado por hundirse entre las piernas de la diosa. Cada noche, Albina mordía por lo menos a siete de sus espectadores. Les inoculaba un virus canino que despertaba en las noches de luna llena, en las que una jauría desenfrenada se lanzaba sobre la sacerdotisa, en un aquelarre que se prolongaba incesante hasta el amanecer. El escritor chileno Alejandro Jodorowsky es el autor de Albina y los hombres-perro, novela delirante publicada por Mondadori. La Jaiba, una mujer con bigotes que tras leer a los cuatro años El jorobado de Paul Féval comenzó a caminar encorvada, con las piernas abiertas, y que se gana la vida con oficios aprendidos en la calle como la reventa de relojes baratos y la fabricación de whisky, es la contraparte de la giganta, la amiga con quien se lanza a un torbellino de magia y aventuras en un universo literario cruzado por traficantes de cocaína, abejas rojas y loros espejo.

Caricatura del Sexenio

"La globalifobia es el miedo a que los gobernantes hagan lo que se les hinchen los globos con México", expresan los caricaturistas El Fisgón, Helguera y Hernández en El sexenio me da pena, un libro donde manifiestan sus temores políticos al tiempo que pasan revista a la historia reciente de México a través de capítulos con títulos ilustrativos como "Salinas y el fin del pacto social", "El Fobaproa", "El narco", "La izquierda", "El conflicto de la UNAM" y "La sucesión". En su epílogo a la obra publicada por Grijalbo, Carlos Monsiváis reflexiona sobre la figura de Ernesto Zedillo Ponce de León, quien representa -dice- un fenómeno hasta ahora desconocido en la vida mexicana: "el Presidente de la República como Cuate Vacilador". Zedillo es calificado por Monsiváis como un "bromista que le concede tregua a su seriedad mortal para descargar no el peso de su ingenio (técnica que puede resultarle pérdida de tiempo) sino de sus ocurrencias (un acervo de agresiones incruentas). Zedillo no cree en el sentido del humor, sino en las bromas". La obra, dedicada a un ambiguo EZ, cierra con una "Antología de chistoretes presidenciales".

Claves para Ser...

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