El lado oscuro del "nuevo México"

AutorJesús Cantú

Más allá de que no hay compromisos específicos ni metas precisas que cumplir, sino únicamente promesas y declaraciones sin el respaldo de datos duros, hay al menos tres buenas razones para desconfiar de las mismas: una, la imposibilidad real de avanzar en dichas promesas en los últimos 30 años, desde la instauración del actual modelo de desarrollo económico; dos, la ausencia de estudios serios y claros que permitan saber con certeza que las reformas contribuirán a fortalecer (y no a debilitar) la recaudación fiscal; y tres, la falta de evidencia de que las reformas tendrán el impacto esperado en las condiciones mundiales y nacionales presentes.

Respecto a la primera reserva, basta recurrir a las cifras oficiales y destacar que en los últimos 34 años el crecimiento promedio anual del PIB fue de 2.5%, es decir, escasamente la mitad de lo mínimo deseable; pero, peor todavía, el crecimiento del PIB per cápita real ha seguido una tendencia decreciente durante el mismo periodo, y de 35.4% de crecimiento acumulado en el sexenio de Carlos Salinas pasó a 14.4% en el de Felipe Calderón. Los defensores del modelo económico atribuyen dichos resultados precisamente a la ausencia de las reformas estructurales; así que una vez aprobadas no hay excusas.

En cuanto a la segunda, el problema tiene que ver con la dependencia fiscal del petróleo, ya que más de la tercera parte de la recaudación del gobierno federal proviene precisamente de un régimen impositivo que sangraba la economía de Pemex y le impedía mantener un desarrollo saludable. Con la reforma energética se aprobó un nuevo régimen fiscal para la paraestatal, lo que impactará directamente en los ingresos de la federación. De ninguna manera dicho régimen puede ser compensado con los ingresos adicionales que se atribuyen a la reforma fiscal; así habrá un déficit de ingresos que tendría que llenarse, y de acuerdo a los postulados -ya que públicamente no se conocen proyecciones o corridas de estimados- incluso superar la recaudación actual.

De no cumplirse esta previsión, las consecuencias serían catastróficas para la apuesta económica y social del gobierno de Peña Nieto, pues desequilibraría las finanzas públicas con dos posibles impactos: que se suspenda o disminuya el programa de construcción de infraestructura y/o los programas sociales, so pena de incurrir en un déficit presupues-tal permanente y creciente que acabe con romper la llamada estabilidad ma-croeconómica, el único logro del modelo...

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