El río Kwai pasa por América Latina

AutorAriel Dorfman

Tal vez piensan que ese tipo de vejamen no les atañe porque únicamente toca lejanas vidas asechadas por guerras y conflictos incomprensibles. Por cierto que se equivocan.

Cuando leo una estadística semejante -u otra aún más desconcertante que indica que 44 % de los ciudadanos de Gran Bretaña rechaza la idea de prohibir la tortura a nivel global-, me vuelve a la memoria un hombre al que conocí hace 20 años, no en mi Latinoamérica nativa ni en las tierras remotas donde la tortura es endémica, sino en una casa de la extremadamente inglesa y gentil ciudad de Berwick-upon-Tweed.

En aquella ocasión todos los presentes terminamos llorando -todos, salvo el hombre que nos había causado esas lágrimas, un exprisionero de guerra por el que mi hijo Rodrigo y yo habíamos viajado miles de kilómetros para entrevistarlo. Teníamos la esperanza de hacerle justicia a su historia personal en un drama para la BBC, Prisioneros en el tiempo, que se basaba en el mismo material autobiográfico usado en Un pasado imborrable, la recién estrenada película con Colin Firth y Nicole Kidman.

¡Y era una historia deveras extraordinaria!

Eric Lomax, un oficial británico durante la Segunda Guerra Mundial, había sido torturado por los japoneses en Tailandia, mientras se construía, con trabajo forzado, la ignominiosa línea de ferrocarril entre Bangkok y Burma, que se hizo notoria a raíz de otro film, El puente sobre el río Kwai. A Eric, como a tantas víctimas de vejámenes, la experiencia le siguió rondando cada noche y cada día de una vida dominada por el recuerdo de su agonía y el apremio insaciable de vengarse. Lo que distinguió a Lomax de la mayoría de quienes, en todo el mundo, sufrieron similares actos de crueldad fue que logró, a los 40 años de su martirio, ubicar al intérprete anónimo al que responsabilizaba de esa afrenta.

Lo verdaderamente increíble, sin embargo, es que Takashi Nagase, una vez identificado como el hombre que presidió sobre sus brutales interrogatorios, resultó ser un monje budista. Nagase se había pasado décadas después de la conflagración denunciando a sus compatriotas por sus crímenes y haciendo penitencia por su rol en la guerra, cuidando a miles de huérfanos de los asiáticos que habían fallecido trabajando en la línea del tren. La imagen de la guerra que más le atormentaba era justamente la de un gallardo teniente inglés cuya tortura había facilitado y al que presumía muerto. Pero una vez que Eric Lomax reapareció en su vida, una vez que los dos...

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